LA PRESENCIA DE LA CORRUPCIÓN
VICTORIOSA
Esto
no podrá durar por siempre, eso es un hecho, los caminos hacia el cambio son
solicitados a gritos por la mayoría, pero esa mayoría se debe reeducar y además
deberá hacerse nuevamente del orgullo de ser venezolano.
Cuando
veo las atrocidades, esos asesinatos de la autoestima de los ciudadanos de ese país
medieval solo me pregunto: ¿y qué vamos a hacer con Winston Vallenilla y su
mujercita?, ¿Qué vamos a hacer con los directores, jefes, administradores de
las refinerías que han permitido los derrames y la venida estrepitosa de
la producción petrolera?, ¿Qué vamos a hacer con los enchufados que ahora están
deteriorando el ecosistema del archipiélago de los Roques, haciendo mansiones
de concreto a la orilla de la mar? ¿y que vamos a hacer con aquellos que le
dieron los permisos, si es que acaso lo tienen, para construir las casas?,
porque yo si se muy bien que vamos a hacer con Diosdado, también con Maduro,
pero por favor, les voy a rogar que a Nicolasito, el hijo bobo de Maduro, que
ya es una redundancia, si, a ese pendejón, me lo dejan a mí.
Ya
son veinte largos años de asalto y todavía ese país sigue dando. Ya son veinte
años de burla, de maltrato, de robo, de lisonjas y fantochadas absurdas, veinte
años de mala educación, de asesinatos, de presos políticos o políticos presos,
de muchachas que se prostituyen con la autorización de sus padres y se convierten
en las empresarias que mantienen a la familia y podría seguir arguyendo la
presencia de corrupción que pareciera victoriosa, pero no lo es, créanme que no
lo es y se los digo porque desde aquí, desde Miami la cosa se ve diferente y
hasta mejor, pero antes de sus ataques, déjenme explicarlo un poco: ¿realmente
ustedes creen que tanto Winston Vallenilla como su esposa, creen que lo están haciendo
bien? No mis estimados, ese video felicitando en su cumpleaños a Maduro, donde
de paso ponen a sus dos pequeños hijos es la firma de su nuevo contrato, pero
nada más. Pueden estar seguros de que están asqueados pero no consiguen la
puerta de salida, ya es tarde, ya la cerraron tan solo por no anteponer
sus criterios ante la barbarie, pensando
que podrían salir indemnes y eso pasó por una baja autoestima y por saberse sin
recursos para sobrevivir en otro ecosistema como Miami, porque aquí, ese inútil
flojo muere de inanición.
Como
el diablo, la corrupción se disfraza, engaña, se tuerce para aparecer frente a
nuestros ojos como victoriosa, porque ella es la mentira y por ende se debe
creer en ella, usted deberá ser adepto, ser fiel, deberá creerle como un dogma.
Por el contrario, la verdad es autosuficiente y no necesita ni de usted ni de
nadie, ella es la verdad y es un monolito firme, vertical y adorado por los
buenos, porque Diosdado necesita amenazar con quitarle la comida si usted no
vota, porque simplemente ellos, que representan la corrupción, no son
victoriosos.
Bernardo Jurado pertenece a ‘Jurado
Grupo Editorial’ con representación en Estados Unidos, España, Chile, Costa Rica y Ecuador,
para escritores consagrados y nóveles.
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