LA MEDIDA DEL
ÉXITO
Acostumbrados
en Latinoamérica al diminutivo falaz, al pequeñísimo humilde, a la mentira del
poquitico, pues, quiéranlo o no, esa será la medida de su éxito y paso a aclararlo
con detalle.
Me
gusta mucho ese concepto que define al éxito, el cual es: ‘El encuentro de la preparación
con la oportunidad’ si, de alguna forma lo es, pero no completamente.
En
mi país de origen, Venezuela, en los últimos veinte años se ha instalado el
maligno sentimiento de la envidia, si, desde la llegada de Hugo Chávez, el
resentido, el saqueador, el maledicente, el mentiroso, el perverso, el corrupto
y si algún cura me estuviera leyendo, casi podría confundirse con algún pasaje bíblico
que defina a Lucifer, a Satán, al Leviatán, Belcebú al diablo mismo, pero si, en Venezuela el éxito
ajeno hiede, la envidia, la rabia, la ira están definitivamente instaladas en
un par de generaciones al menos y eso no deja crecer en ningún sentido, porque
de crecer les hablo.
Un
concepto que tengo en un pizarrón pegado a la pared de mi oficina dice lo
siguiente: El éxito es una ecuación donde se multiplica la buena actitud, por
trabajo elevado al cuadrado, dividido entre gran cantidad de tiempo. Y esta también
se aproxima, pero aun le falta un ingrediente.
-
¿Y me dijeron que te compraste una casa nueva?
-Bueno
-contesta el tonto- no es una caaaasaaaaa, es una casita.
¿Les
suena familiar?, porque para el tonto comprador decir la verdad de su casa de
cinco habitaciones y seis baños, con puesto de estacionamiento para su Mercedez
Benz y la camioneta de la esposa, seguramente despertaría los demonios de la
envidia o peor aún, a él le daría un miedo terrible ser acusado de arrogante
por decir la verdad sin empaches. ¿Habrase visto mayor ridiculez? Me temo que aquí
el culpable en este diálogo es el preguntón envidioso y resentido, porque para
el otro, el dueño de la casa existen varias encantadoras opciones de respuesta:
opción 1. ¿y a ti que te importa?, opción 2: que te lo aclare el que te metió el
chisme, pregúntale a él, opción 3: ¿lo quieres saber para felicitarme o para
chismear, para contentarte o para envidiar? Y así podríamos llenar este espacio
de encantadoras respuestas que dejarían pálido al chismoso preguntón y le darían
material para destrozar al tonto que lo permite, pero vayamos al punto que el éxito
no espera, porque la medida de su éxito, va en una relación lineo funcional al tamaño
de su pensamiento, al tamaño de sus deseos, al tamaño de su fe en usted mismo, al
tamaño de su buena conducta y honestidad, al tamaño de su enfoque en obtener
sus objetivos, cuidando el lenguaje y cuidándose de con quien se reúne. Piense
en grande, no tenga un negocito, piense en una franquicia de su idea, no
escriba un librito, no tenga una noviecita, porque el diminutivo castra,
corroe, limita, y su éxito no debe permitir fronteras, dobleces, ni medias
tintas. Piense en cosas tan grandes que le de miedo, ese es el sitio donde
apuntar.
Bernardo Jurado pertenece
a ‘Jurado Grupo Editorial’ brindando sus servicios en los Estados Unidos, Madrid,
Costa Rica, Ecuador y Chile, para escritores consagrados y nóveles.
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