TODO SE
DESCUBRE
Estaba
en su vehículo cuando se percató que por el frente se le aproximaba un hombre
con una subametralladora. Por instinto miró por el retrovisor y pudo ver a dos más
pistola en mano, también caminando hacia él, bajó todos los vidrios del
vehículo y comenzó el tiroteo.
No
eran tres, sino cinco sicarios del G2 cubano, mandados expresamente a
eliminarlo.
En
la refriega eliminó a tres de los asesinos y el recibió catorce proyectiles.
Como pudo avanzó en su carro, por una calle en bajada, intentó huir de la
escena, nadie salía a ayudarlo, todos aterrorizados se guardaban en sus casas y
los tres cadáveres yacían en un charco de sangre en la calle.
El
carro avanzaba lentamente y perdía fuerzas, como es natural, su cuerpo y su
cara destrozados, pero aún estaba vivo hasta que sintió mucho sueño y
desaceleró para desmayarse. El vehículo corrió cuesta abajo y colisionó muy
despacio con una ambulancia que prestaba servicios a alguien. Inmediatamente
los paramédicos entendieron que sus prioridades habían cambiado y lo llevaron
al hospital, donde fue atendido y curado. Esto sucedió en Guatemala a Luis
Clemente Posada Carriles, quien hoy cumpliría noventa y dos años de edad.
Paradójicamente
y rompiendo cualquier posibilidad estadística murió a la misma edad de su
jurado enemigo, murió a los noventa años como Fidel Castro Ruz, el asaltante de
la decencia, el gánster del caribe, el sicario de las juventudes, el satanás
verde oliva.
Fue
una vida atribulada pero con propósito y se sentía venezolano. Estuvo preso en
panamá por intentar asesinar a Fidel y fue entre otras cosas, antes del año 1965
cuando el Ministerio del Interior de Venezuela le contrata, agente de la CIA,
cuando George Bush padre era el director de la agencia.
Trabajando
para Venezuela en la DIGEPOL, perteneció a los apóstoles de los “servicios
especiales” y así los llamaban porque eran doce y rescataron al empresario de
las latas, el tal Domínguez, que había sido secuestrado por Bandera Roja, una facción
comunista de la guerrilla urbana e hicieron preso al murciglero Gabriel Puerta
Aponte.
Lo acusaron del derribo del avión de cubana de Aviación y
él sabiéndose inocente acudió a los tribunales y lo declararon “No culpable”,
pero no es sencillo ser enemigo de Fidel y se movieron las cuerdas y lo
llevaron al tribunal militar y ¡sorpresa!, lo declararon “No culpable” y lo
llevaron al consejo de guerra y ¡sorpresa! Desestimaron el caso y mientras
tanto tenía nueve años preso en la cárcel de San Juan de los Morros e hizo lo
que cualquiera, ¡al carajo! Y se escapó.
Su vida es muy interesante y aquí en Miami se le venera
cual héroe. Luis Posada lo logró, porque al final todo se sabe.
Fidel ha muerto y hoy el mundo es más seguro y Posada también.
De acuerdo a sus amigos, era uno bueno, era honesto y le
gustaba la cacería y la cocina y se vino a Miami, donde era atendido como se
debe.
Aquí falleció, aquí le recordamos y tanto los cubanos
como los venezolanos, agradecemos su sacrificio.
Bernardo Jurado es el autor de “La fragancia de la rebelión” y ocho
libros más, todos a la venta en Amazon y las más prestigiosas librerías de
Miami y el mundo.
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