TU PEOR
ENEMIGO
Mi
amiga me comentaba anoche que ella cree que hay un destino, algo que va a pasar
así nosotros nos neguemos y yo guardaba un santo silencio, porque respeto,
porque yo no creo en el tal destino, porque la quiero y admiro.
Al
finalizar la cena la tomé del brazo para cruzar la calle y ella volteó para ver
si venían vehículos y en el medio de la calle la obligué a detenernos para
preguntarle: ¿si hay un destino, si el tal destino ha determinado que
cruzaremos juntos la calle, si el destino no se puede cambiar, que carajo
hacemos previniendo que vengan carros? Y ella me apuró porque podía embestirnos
algún vehículo. ¿Se dan cuenta de lo que trato de explicar?
Me
temo que es una interesantemente irresponsable manera de ver al mundo, de
justificarnos, de tener excusas que parecieran inapelables, es como el sistema
de castas indostano, “como nací pobre así debo morir”, no lo creo, me niego
porque yo mismo lo he demostrado.
Yo
creo en el libre albedrio bíblico, en eso sí creo, porque tenemos el libérrimo poder
de consumir drogas o de leer un buen libro; tenemos el poder de cruzar la calle
sin ver y que nos atropelle un carro o de ser precavidos, tenemos el poder de
hacer negocios, buenos negocios o de morar en el banco de una plaza sin hacer
nada, o de ver televisión por horas, de emborracharnos en un bar o de orar y
meditar, de entrenarnos físicamente o ser unos barrigones como yo, sí, tenemos
la decisión, pero el peor de los enemigos con frecuencia gana esa lucha
infinita, esa lucha humana, esa lucha ancestral.
De
los sesenta mil pensamientos que se ha calculado que un humano citadino posee
diariamente, si pudieras comértelos te pregunto: ¿esos pensamientos te envenenarían
o te nutrirían?, piénsalo, porque me temo que ya estas intoxicado, con un solo pensamiento
torcido, inadecuado, inconveniente, maledicente, ya la ingesta es tóxica.
De
esos sesenta mil pensamientos diarios, si no estás entrenado, si piensas que un
destino te mueve, si piensas que no tienes control, pues, el noventa por ciento
serán pensamientos de cosas inexistentes, serán pensamientos mortificantes de
cosas que tal vez puedan pasar, pero que no han pasado y ya hemos escrito que
la mente no entiende de buen humor, de verdad o mentira y te lo explico mejor:
hay actores que han internalizado sus papeles de enfermos que lo han
somatizado, otros, sus papeles de villano, de sátrapa, de maluco que la
sociedad y su público ya no los quiere ni les cree más en papeles actorales
cándidos, de manera que tu peor enemigo es la mente, es esa loca de la casa de
la cual hablaba Santa Teresa de Jesús en los años 1500.
Los
pensamientos son cosas, tangibles y mi amiga deja algo tan serio al supuesto
destino. Yo soy un hombre creyente y hasta escribí un libro titulado “Divinos,
luego humanos” y bien sé que hay poderes supremos que todos sin excepción nacen
y mueren en nuestra mente.
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