NI UNA
SEMANA SIN VERTE
Llegué
esa tarde al bar y me senté al otro lado de la barra. Pedí un escocés con soda
y allí estaban mis amigos a quienes saludé con afecto. Frente a mi estaba
Jorge, un hombre que pinta poco más de sesenta años, marinero, electricista con
veintidós años de mar en la marina mercante. Salió de Cuba como polizón en un
barco de cabotaje, por allá en los setenta, si, se tiró a la mar y subió por la
cadena del ancla, no sin antes haberle pagado todos sus ahorros a un liberiano
que le escondió.
La
vida lo llevo a la mar, siempre y por siempre. Como era electricista tenía
acceso a la torreta del radar para su mantenimiento y allí me cuenta que escondía
una botella de ron Bacardí, para acordarse en los prolongados periodos de mar
que era un humano con defectos.
La
conversación fue grata aunque yo trataba de guardar mis historias, realmente no
había ido allí para hablar del pasado, sino para aclarar las ideas en esa nueva
novela que estoy escribiendo y debo terminar para Abril.
Jorge
insistía y me preguntaba: ¿pero tú no fuiste marinero sino oficial, verdad?,
si, contestaba en monosílabo para evitar el enganche.
¿Y
cuantos años navegaste?: dieciséis.
¿Y
Eddie te llama Capitán por jodedera o porque realmente lo fuiste? : No lo fui,
contesté secamente, ¡lo soy!, porque ese es un título nobiliario, nada hay más
honroso que ser Capitán, si, un Capitán de mar y de guerra; ¡y allí me jodí!
Jorge,
el marinero se dio cuenta y ablandó un poco y meditabundo me dijo con respeto: Capitán,
quiero hacerte una última pregunta, que considero legítima, no para tus dudas
sino para las mías, dime le contesté: ¿desde qué te retiraste, has podido pasar
más de una semana sin ver la mar?
Debo
confesar que la pregunta me dejó helado y paso a explicárselo: me quedé
pensando, si, lo pensé porque bien sabía que la respuesta es negativa.
Viví
en Inglaterra, luego en Puerto Cabello, buena parte de mi infancia y casi toda
mi carrera, estudié frente a la mar en
la Escuela Naval, luego viví en Punto Fijo a escasos metros de la orilla, en Norfolk
apenas a cien yardas de la Bahía de Chesapeake y seguía pensando.
En
Mississippi frente a las aguas del Golfo de Méjico, ahora desde hace más de una
década en la capital del sol y al estar a unos quince minutos en carro, pues
sin saber la causa me mudé a una isla en la bahía de Biscayne. Mi edificio está
a no más de dos metros del rompiente y mi oficina queda en el Puerto de Miami.
Cuando salgo de casa es inevitable verla y añorarla, ¡esto parece una adicción!
Cada
mañana me asomo a esa inmensa ventana y doy gracias al creador al ver el
amanecer mientras espero el ascensor, en fin, Jorge, el marinero, me ha
mostrado algo que no es casualidad y le contesté después de cavilar: “Jorge
querido, me he dado cuenta que nunca he pasado más de una semana sin ver la mar”…yo
tampoco, me dijo.
Bernardo Jurado es el autor de "Divinos. luego humanos" y ocho libros mas, todos a la venta en Amazon y las mas prestigiosas librerías de Miami y el mundo.
asi es,,,se nos convierte en adiccion y tuve que someterme a terapia y vacunarme porque no lo veo desde 2014 en el CRPU de Pto cabello antes de que mi Raul emigrara como tu, por razones distintas pero causadas por el regimen, y tuve que vender flamming Sped, (Sea Ray 28´)so pena de expropiacion en el Club de Vela de la ARV y la causa....prohibido el acceso a TUNES por razones de seguridad interna segun oficio entregado en mi mano..asi es la vida amigo, cordiales saludos y disfrutalo mucho, el escoces con soda, la amistad, la conversacion, el mar, el velero...la vida...
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