TORCIDA
MORAL
No
es que seamos los mejores, más devotos, mas santos varones de la humanidad y
mucho menos de la lúdica Venezuela, no y más no. Bebemos o al menos yo lo hago,
me rio sin empaches y hasta escandalosamente; imagínense que he bailado tambores
en Borburata, semidesnudo, descalzo, con mulatas embriagadas y lujuriosas. Al
cambiar de latitud llegué a lanzarme a nadar en “Praia du Futuro” en Fortaleza
de Ceará, al noreste de Brasil, también lo he hecho en South Beach y en la
madrugada ¿Y qué? Podría preguntar este
escribidor, ¡no me importa!, he tenido suerte de no haber ido a la cárcel y he
llegado de tuxedo a mi casa, he pasado por el lobby de las chismosas viejas
celosas, porque aquí también la hay, pero en inglés.
Si,
lo reconozco, he traicionado a más de una y vuelvo a preguntar ¿y qué? Si ellas
también lo han hecho. Vivimos en ese
mundillo, aunque me temo que ya estoy retirado, lo que no implica que no me sonría
cuando releo las páginas de esas aventurillas que avalo y hasta considero
necesarias para poder escribir historias.
Haciendo
esta suerte de examen de conciencia y comparándome con algunos de mis amigos,
estoy todavía en azul, por cuanto nunca he probado droga alguna y me temo que
no lo haré, he intentado mantenerme siempre sobrio y lo he logrado, porque
infiero que para perder la cordura está el lecho y porque soy coincidente con
lo que alguna vez escribí: “me gustan las damas como mis libros, a solas y en
la cama”
Con
aplastante evidencia, mi hombría no es ni siquiera susceptible de duda, de
manera que podría concluir que nunca me he traicionado a mí mismo. En mi formación
naval me incrustaron con un cincel y martillo, que la Patria era la Madre, también
marcaron mi piel con acero al rojo vivo y esas marcas me seguirán acompañando
hasta mis últimos días, porque la Patria, ese concepto nada etéreo, por el que
tanto sacrificamos algunos, pues sigue siendo de suma importancia, pero a lo
que vamos por favor, que ya estoy retirado y esas fuerzas armadas ya no
existen.
Hemos
observado en los medios que la Patria tal vez si tenga un precio. También podríamos
concluir que la hombría y ni hablar de los valores.
George
Bernard Shaw, el único escritor que ganó el premio Nobel de literatura y el
Oscar de la Academia, en una entrevista le preguntaron sobre la moral a lo que él
contestó a manera de sátira: “sobre la moral, no resistas nunca la tentación, pruébalo
todo”
Estimados
lectores, lo que ha hecho el Diputado Luis Parra y un grupo de pusilánimes, es
exactamente lo propuesto por Shaw, lo han probado todo y se han vendido, junto
a su dignidad, sus valores, sus creencias y su versátil concepto de patria,
para conseguir el arreglo que creen les conviene. Luis Parra y sus acompañantes
se han ganado su caja CLAP, como premio a su deslealtad. Ya veremos en qué
madriguera se esconderán.
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