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Monday, October 7, 2019

¿QUE PASA EN EL TIMBEQUE?


¿QUE PASA EN EL TIMBEQUE?

            Me rodean los espías. Son todos aquellos que me llegan con esa actitud que ya conozco y con frecuencia aborrezco.

            Estoy ocupado en la oficina y tocan la puerta con cautela. Medio abren y me miran lleno del papeleo y la burocracia y además me preguntan si pueden pasar y sin esperar respuesta me atacan sin piedad: ¿viste lo que pasó en tu país?

            Levanto la cara con desgano y el espía contraataca: me dijeron “de buena fuente que…” y yo me pregunto ¿y cuál será esa buena fuente?

            Es la osadía del chisme, tal vez de la lisonja hereditaria de las casas monárquicas españolas que a todos siguen afectando por igual y me invitan a horas destempladas, impresentables, a conferencias, reuniones para conspirar contra el absurdo gobierno venezolano y yo no voy, porque no puedo y porque no quiero, pero todos sin excepción parecieran que han leído y se saben de memoria “El códice Atlántico”, si, las profecías de la página 1033 desconocidas para muchos y escritas por Leonardo Da Vinci, para luego terminar la secreta reunión con un “selfie” que quede como recuerdo imperecedero de la labor por la patria.

            El timbeque cubano, fue una costumbre que creció en los centrales azucareros, gerenciados normalmente por norteamericanos y en vista de que los empleados y obreros debían firmar el llamado “time book” para garantizar la hora de llegada al trabajo, pues, como es la costumbre ibérica, luego, los que llegaban temprano se quedaban en una suerte de recepción, conspirando, murmurando, hablando paja e intentando sin éxito arreglar el mundo, mientras sus propias vidas eran un desastre.

            Cualquiera que llegara a la deseada reunión donde se informaban como hacen los visitantes a mi oficina de las últimas novedades acaecidas en esa pequeñísima comunidad, con cierta sorna y comicidad preguntaba a manera de saludo: ¿y qué pasa en el timbeque?, porque ya todos habían firmado el time book.

            Cuando Latinoamérica se deslastre como ahora lo están haciendo más de cuatro millones de venezolanos que han salido al exterior, de esa rémora, de esa absurda situación de pensar que el trabajo es para los poco nobles, que el estatus viene dado por el apellido, como sucedía en la Valencia del Estado Carabobo donde viví por mucho tiempo y donde cualquier persona preguntaba con facilidad pasmosa si yo era de los Jurados de acá o de allá y como única respuesta obtenían de mi un: “yo soy de los jurados de mas allá que de acá” y su cara de desarreglo era normalmente evidente, cuando esa tontería sea parte del pasado y unamos nuestros talentos para sacar rápidamente a ese país de postguerra de la letrina, podremos encargarnos en entender que la felicidad y la inteligencia, que la prosperidad y la concordia, que la capacidad económica y el calado intelectual no se dan por generación espontánea sino con la voluntad en conseguir un objetivo común.

            Por los momentos y hasta que la nube negra pase, son ellos, los comunistas, los que ante la avalancha de rechazo de todos, se estarán preguntando: ¿Qué está pasando en el timbeque?

 

 

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