CALADO
INTELECTUAL
¡Qué bueno
que somos desiguales!, qué bueno que existe y seguirá existiendo la desigualdad
social, sexual, académica, intelectual, gramatical, idiomática, porque conozco
a muchas personas con las cuales no quisiera igualarme, ni siquiera en mis más
escandalosas y procaces borracheras de euforia adolescente.
Hoy le decía
a Rafael Nieves, conductor de programas de televisión, en una encantadora
entrevista que me hizo sobre los progresos de mi editorial y como fue construida
con cero dólares, a punta de ideas, alianzas, deseos y buenas negociaciones, le
decía que tengo un sentimiento de desprecio por todo comunista y lo sostengo
esta noche por escrito y espero que para siempre, porque todo comunista es lisiado,
es rencoroso, es resentido y no tiene los testículos para decir como digo yo,
todo el amor que le tiene al dinero, la otra diferencia está en la manera de
obtener el dinero y pongamos un ejemplo: ciertamente la editorial es un vigoroso
emprendimiento de ya varios años y para algo sirvió estudiar y enseñar materias
gerenciales, para ser más eficientes, motivar a las personas que trabajan con
nosotros, conseguir lo que nadie puede y de paso no tener competencia en este
competitivo ambiente y si estuviésemos en un país comunista, cualquier
descerebrado partidario de Marx, ya me habría impuesto restricciones para
crecer hasta que me obstinara y le regalara la estructura que a pulso hemos
logrado, para luego, como nada sabe y su calado intelectual es por decir lo
menos llano, quebrarlo todo, tirarlo a pérdida y echarle la culpa a los Estados
Unidos por el bloqueo a la venta y producción de libros.
En la
desigualdad está la prosperidad e insisto, le decía a Rafael que él y yo
gracias a Dios no somos iguales y nunca lo seremos porque él es más alto que
yo, tiene cabello y yo no, ha sido objeto de influencias y profesores distintos
a los míos y ha trabajado en otros ámbitos del quehacer humano, pero ha
trabajado y sigue trabajando, mientras que todo comunista se encuentra a la
caza oportuna de algo próspero para ponerle las manos o mejor aún las patas que
es lo que siempre hacen.
Personas
como el mofletudo larvario, reposero, patán, Nicolás Maduro, nunca jamás de los
jamases podrá ser como yo, o como tú que me lees, porque él no lo hace y como
dijera Mark Twain: “Una persona que no lee, no tiene ninguna diferencia a una
que no sabe leer” y allí debo consentir que si están igualados socialmente.
En el caso
de las personas que gustan de otros del mismo sexo, debemos hacer un alto, porque
pareciera un terreno pantanoso, incendiario y explosivo, pero a lo que voy señor:
Usted jamás podrá ser mujer, parir hijos ni tener vagina pero entendemos su
tendencia que no tiene porque restregárnosla en la cara y lo mismo aplica para
las damas que quieren ser hombres, séanlo, ese no es asunto mío hasta que mis
hijos menores o nietos presencien un salivoso beso en la boca. Allí si estamos
en problemas, porque deja claro el poco calado intelectual de todos aquellos
que irrespetan con sus acciones la lógica.
Bernardo Jurado es el Director General de Jurado
Publishing, grupo editorial.
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