FIJACION PSICOLOGICA

FIJACIÓN PSICOLÓGICA Podemos engañar a nuestro cerebro y otros pueden también hacerlo por nosotros. Si está disgustado, procure una sonrisa y verá, si es sensible, que su actitud ¡cambia! La encuestadora Gallup, ha hecho un excelente trabajo que data de unas dos décadas, donde se determinó que una persona hablando en público y usando correctamente los tres lenguajes, puede llegar sin esfuerzo a mover masas. El 58% de lo que queda en su psiquis al ver a alguien en un podio o en la televisión, tiene que ver con el lenguaje gestual del orador y de esta manera podrá ensenarnos con brazos abiertos la redondez de la tierra o tal vez esa espada imaginaria que desenfunda reciamente. A esto le incluimos los colores no solo que usa al vestir, sino los colores del decorado del escenario y existe una relación lineo-funcional, entre ellos, los colores y lo que se llama la ecotimia positiva de ese público ávido de ver un buen show. El 38% de lo que queda en su psiquis lo tiene el lenguaje vocal, que a la vez está formado por tres diferentes a saber: el tono que es todo lo alto que su voz puede dar en decibeles, el timbre que es la personalidad y esa huella acústica individual y la inflexión que a la vez puede cambiar en 180 grados la intención de lo que se dice, sino se tiene la maestría y el entrenamiento para ello. Y ahora les invito que se pongan los cinturones de seguridad, porque tomaremos altas velocidades, por cuanto solo el 4% de la carga intelectual, del mensaje que se desea hacer llegar, está conformado por el lenguaje verbal, que es el contenido del discurso. Ante esto podemos inferir, que nuestro proceso educativo en esto de hablar en público está trastocado, está al revés, es inverso y siempre intentaremos estudiar el contenido, estudiar y profundizar en el mensaje verbal y olvidamos o ignoramos por completo los otros dos lenguajes. La masa es hembra y se enamora por el oído, como todas ellas y si no lo creen, observen los discursos del líder del mal Adolf Hitler y los adornos de los escenarios que a todos hacían pensar sobre lo invencible que eran, pero perdieron ¡que paradoja! Hugo Chávez pasa horas hablando de nada, pero usando correctamente lo anteriormente escrito, y se adorna, gesticula y al igual que Hitler, viste un sencillo traje militar, que no se puede llamar uniforme, por cuanto es único y se rodea de generalotes híper condecorados y la sencillez resalta. Sigue hablando de nada, pero gesticula, suda, canta, saca cuentas inentendibles y normalmente equivocadas que dan la sensación de control, abraza niños y besa viejecitas, ordena invasiones y convoca a Dios en una misa, flanqueado de curas y crucifijos. Toda una simbología interesante que construye un buen show a la medida del público inculto y con hambre de circo. La inflexión es su signo y lo hace bien. Afinca y acentúa el mensaje sin serlo, la grandilocuencia despierta a sus víctimas y todo continúa igual, en el país al revés.