UN BAR DE
MARINEROS
Era
uno bueno, rudo como nosotros, hombres de mar, curtidos de sol y sal. Llegábamos
a Puerto Rico en aquellos años ochenta y la información se hacía presente ella
sola. En el”Papa Joe’s” era la cosa.
Si
Usted es un marinero de cualquiera de los países que nombraré a continuación.
Si Usted es un verdadero oficial de la Marina de Guerra, pues, lo lamento si
acaso nunca fue al Papa Joe’s. Saliendo por al Gate tres de la base naval de
Roosevelt Roads, a la izquierda allí estaba, con sus dos mesas de pool donde
jugaban aquellos infantes de Marina recién llegados de alguna de las guerras. Allí
estaba con sus mamparos llenos de las gorras de los tripulantes de todos los
buques de guerra que estábamos o alguna vez estuvimos surtos en ese puerto,
aliviadero de verdaderos combatientes.
Eran
finales de los ochentas y ya era un Teniente de Navío. Invité a esos devotos
oficiales que estuvieron trabajando conmigo hasta las once de la noche, porque mañana
zarparíamos y seríamos los OCE (oficial conductor del ejercicio) y tuvieron la valentía
y la energía para acompañarme. Esa noche el ambiente estaba tenso, había muchos
fornidos y mal encarados infantes, recién llegados y bebían más de lo que la
prudencia ordenaba. Realmente cuando vienen de un combate real, todos beben de más.
Me acomodé dándole la espalda a la barra y pedí un escoces en las rocas. A mi
lado un par de ellos que bebían Jack Daniels en shot y luego refrescaban con
cerveza americana y son muchas horas de vuelo en bares para saber que esa
fiesta no terminaría bien, por ello el darle la espalda a la barra, si acaso habría
alguna sorpresa violenta no me agarraría de espaldas. A mi izquierda jugaban
pool en las mesas dispuestas para ello y de repente pude ver con el rabillo del
ojo que un hombre, más grande que Silvester Stallone, estrellaba el taco en la
cara de otro como si hubiese bateado un Home Rum. Las sillas inmediatamente
volaban por los aires y acto seguido ordené con calma a mis oficiales, que
estaban aterrados, ponerse de rodillas y seguirme hacia la salida, mientras
botellas, mesas, vasos y cualquier otra cosa, volaba sobre nuestras cabezas.
Estábamos
participando en la operación Unitas con la Fragata Almirante García F-26 y trabajábamos
mucho, al menos los que pertenecíamos a la División de Operaciones y ¡esa
divertida noche nos la merecíamos!
Al
llegar a la puerta me percaté que llegaban dos jaulas de la Policía Militar
norteamericana, con unos tipos más grandes que los que estaban adentro y
comenzaron a volar hacia el estacionamiento todos esos “Rambos” borrachines que
eran presos ipsofacto.
Si
Usted quiere saber quién es un marinero de verdad, solo pregúntele si alguna
vez libó en el Papa Joe’s de Puerto Rico y podrá sacar de manera inmediata
quienes fuimos de verdad y quiénes no.
La
mar es tan dura, que esta anécdota me parece benigna, inocua, infantil y
divertida. ¡Siempre es grato libar en los mal habidos bares de marineros!
yo nunca he hecho eso, ni lo volverìa a hacer. jajajaja
ReplyDeleteYo tengo una anécdota pero en Caracas. Salía yo de algún acto en un mes de julio, era Teniente de Fragata y estaba uniformado de Nº 2 cuando de madrugada me fui a comer unas arepas en un lugar de Las Mercedes. Cuando estaba disfrutando las arepas sentado en una mesa llegaron 2 cadetes navales y como es costumbre me pidieron permiso para continuar. En la barra de la arenera estaban unos borrachines y comenzaron una discusión que por la hora se subió de tono e inmediatamente comenzaron a volar sillas por el local. Agarré mis arepas y agazapado me fui escabullendo de la pelea, y los cadetes viéndome asombrados me siguieron las aguas.
Deletesaludos Bernardo, seguramente yo andaba en la 23 o 24, pero mi memoria no da con ese Gate 3 ni el papa Joes, si con el viejo San Juan, habia que rodar!! Cuidate...
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