EL TOQUE DE
LOS ÁNGELES
Ella
dijo….”realmente tengo tiempo sin pasar por la emergencia, tengo tiempo libre
para mi próximo paciente, de manera pasaré a saludar a las enfermeras”
Me
llamó antes, para decirme lo concerniente a ese paciente de ochenta y tantos y
simplemente le dije: recuerda que eres solo un instrumento, una brizna, minúscula,
una suerte de maroma cuyos hilos los maneja Dios, bendice a tus pacientes y
todo se dará a pedir de boca.
Infiero
que las enfermeras, las verdaderas protagonistas del trajinar con pacientes en
un país sin nada, la saludaban con el cariño que ella se merece. Fue caminando
hasta la unidad de diálisis y allí estaban los llenos de esperanza, conectados
a sus aparatos.
Más
besos, más saludos y la entrada al recinto de los pacientes y acto seguido se
desconectó esa joven de apenas veintisiete años que a la sazón también es médico.
Quiero
recordar que una máquina de diálisis purifica trescientos centímetros cúbicos de
sangre por minuto y tenemos en promedio unos cinco litros en nuestro cuerpo, de
forma, que podrá inferir, que en tan solo treinta segundos expulsaríamos ciento
cincuenta CC.
En
el postigo, si acaso podemos llamarle así a la entrada de la sala de
esperanzas, ella vio la emergencia, se había desprendido el catéter producto de
las presiones y la sangre fluía de la vena y de la máquina, era un reguero, un desorden,
no había nadie cerca excepto ella, era la llamada por los ángeles a resolver la
terrible emergencia. Peinada, maquillada, vestida profesionalmente, bata blanca,
olvidó todo aquello para parar la escandalosa hemorragia mientras la paciente
se veía morir a cada segundo, ella lo sabía cómo paciente y como médico.
Tomó
las vías, paró la máquina para evitar el desperdicio de la preciada sangre y la
verdad es que no sé qué más hizo, pero la salvó, la tranquilizó porque esa
muerte es terrible y casi siempre desesperante y macabra.
Llegaron
los que deberían haber actuado y todo volvió a la normalidad aparente, porque
esas cosas marcan a todos por igual.
Otro,
en una similar situación con una presión arterial sobre las veintidós/ trece, gritaba
del dolor de cabeza como es de esperar y decía, no me abandone doctora, no me
deje. Cincuenta y dos años, diabético y sin medicinas, que cosas que ese país del
absurdo y la negligencia. A veces pienso que los que se salvan son tocados por
un ángel. Con más frecuencia sé, que la Doctora Doris López, es el ángel y
aunque ella no me crea, siempre se lo digo. Aunque ella no le crea a esos
pacientes que le besan la mano con veneración como si fuera una virgen
milagrosa, yo siempre se lo digo, porque ella es esa flor perfumada del río,
ella es la única esperanza en la vida de mucha gente, ella es el ángel que
definitivamente ha aprendido a hacer de la medicina, una profesión humana en el
país sin alma, sin medicamentos, sin comida.
Que
Dios bendiga a la Doctora Doris López, el ángel, que sin saberlo, toca las
almas de los desvalidos moribundos.
Su mas reciente ensayo: "De mi rinon aprendi"a la venta en Amazon
Bello y.merecido homenaje. Felicitaciones a ambos escritor y escritora.
ReplyDeleteComo siempre en el punto o centro de gravedad del tema, bella el angel, aunque los ángeles no tienen sexo que les diferencie...Viviendo en carne propia en el País que describes, tal vez de esos ángeles, más que su experticia o conocimiento, cada vez más requerimos el COMPROMISO con los pacientes.."compromiso" palabra mágica que casi está desapareciendo del diario acontecer de nuestras sociedades. BZ para ti y para Doris.
ReplyDeleteMuchas gracias Capitanes Barrios y Escobar, compromiso y pasión que nunca se apaga cuando lo que haces es con gusto, a pesar de la circunstancias, siempre será más la ganancia de ayudar al necesitado.
ReplyDeleteDios se lo pague y la bendiga siempre.
ReplyDeleteMis Respetos Doctora Dios la Bendiga!
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