PLACERES
CLANDESTINOS
A
las once de la noche mi amigo recibió una llamada de su Padre, quien también fue
mi amigo. Le faltaba poco menos de un año para fallecer, ya lindaba la frontera
norte de los ochenta, hacia noventa. “Hijo, los indios están en la Goajira”, le
dijo para llamar su atención y mi amigo le pregunto: ¿no puedes hablar, verdad?
Ujummm, le contestó en un evidente lenguaje onomatopéyico, pues voy saliendo
para allá.
Su
esposa de toda la vida, tenía anos de duda sobre aquel affaire, que había sucedido
por decir lo menos unos treinta años antes. Esa noche, debilitado por el tiempo
que todo lo debilita, mi recio y anciano amigo lo confesó todo.
Yo
si soy culpable de haber tenido placeres clandestinos. Usted también lo es pero
no es tan valiente como Elías, mi buen Elías con quien libaba licores
anglosajones. Su conversación era llena de grata sabiduría y un infantil buen
humor que duró hasta su último día cuando falleció en santa paz a los ochenta y
siete, si mal no recuerdo. Realmente ya no importa, lo único que sí, es ese
arrojo taurino de decirlo, de confesarlo, asumiendo las consecuencias ya en las
peores condiciones.
A
mí me encantan los placeres clandestinos, son una de las cosas más ricas de la
vida y me temo que también lo puede ser confesarlos ¿saben porque?, porque un
hombre serio y de familia solo lo hace cuando falencias y estulticias lo atosigan
y asfixian, pero seguro fue divertido y dejó la aventura aquí, en la tierra
pecaminosa pero sabrosa, donde aprendió a ser exitoso hasta para los ocultos
placeres con la dama que ya debe ser muy mayor para este momento.
Las
amantes son divinas, de hecho recomiendo a las devotas esposas, que se dejen de
pendejeras y nunca dejen de ser amantes, porque no queremos una buena madre,
esa ya la tuvimos, queremos a esa que nunca dice que no, esa que también compra
ese baby doll de manera clandestina y vulgar, para compartirlo con nosotros y
es más. Queremos a esa que es una dama de alta alcurnia pero de baja cama, como
alguna vez le dije a mi amiga que ahora seguro me lee y se sonríe.
Yo
admiro mucho a los valientes y me sigo preguntando ¿Qué quiso decir Elías
cuando aseguró que los indios están en la Goajira? Solo me remito a reírme y a
entender que los niveles de perdón de las féminas en esta materia en particular
son mínimos, por no decir ninguno, pero cuando un Sigmund Freud tuvo solo una
dama con la que intercambió fluidos en su vida y con la que compartió toda su
existencia, tan solo me dejo llevar pensando que el Padre de psicoanálisis necesitaba
psicoanálisis y tan solo escuchó la mitad del sonido de las sirenas en la mar,
saboreó la mitad del festín de la vida, tocó con el índice un centímetro de
otra epidermis y me temo que vivió muy fastidiado.
Estoy
de acuerdo con mi inolvidable Elías y oro por su paz y su alma buena.
Bernardo Jurado, es escritor.
Su mas reciente novela: VOLANDO EN EL ATAUD.
a la venta en Amazon
Cleverly written 👏
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