UNA
VIDA INCONDICIONAL
Por:
Alberto Lovera Osio
Escritor
de Jurado Grupo Editorial
Un
día como hoy 30 de diciembre, pero del año 1957 a eso de las 17:15 horas vine a este mundo en una flamante
clínica llamada Clínica Miraflores, cuya ubicación era diagonal al Palacio de
Miraflores en Caracas. Han transcurrido desde ese entonces 67 años.
Cuando
alguien me pregunta:
- ¿Alberto, en
qué año naciste tú?, mi respuesta por supuesto es …en 1957.
Los aficionados a la matemática inmediatamente
calculan mi edad y me responden: -Ahhh!….
entonces tienes tantos años, -pero en un 99% no aciertan mi verdadera
edad ya que yo solo viví un día y medio de ese año 1957, por lo que en general,
pareciera que tengo un año más de edad de lo que en realidad tengo.
Otro
dato curioso de mi nacimiento es que, en la madrugada del 1 de enero de 1958,
la Clínica Miraflores recibió unas
cuantas bombas de las lanzadas al
Palacio por los insurgentes aviadores que daban un golpe al dictador del momento.
Gracias
a Dios, esas bombas no llevaban espoleta detonante por lo que no pasaron de
hacer más que sendos agujeros en la estructura de esta.
Los
pacientes fueron evacuados a la calle y con milagrosa suerte, mi viejo logró
llegar en una ambulancia del hipódromo a recogernos a mi madre y a mí y
llegamos sanos y salvos a nuestra casa.
Esa
fue mi primera experiencia cercana con la Fuerza Aérea Venezolana y de la que
logré salir ileso, pero perdidamente enamorado.
De
allí en adelante he venido viviendo una maravillosa vida y pienso seguir
haciéndolo hasta que mi día llegue y me cruce con la muerte.
Si
algún genio saliera de una de las tantas botellas que me encanta destapar y me
dijera que me va a dar el chance de una nueva vida y que le gustaría saber cómo
quisiera que esta fuera, simplemente le diría que quiero volver a vivir la
misma vida que he estado viviendo.
No
le cambiaría nada, porque ha sido una vida incondicional.
Si,
así mismo es, porque tuve el amor
incondicional de mis padres, encontré a la mejor mujer para formar un hogar y
siempre he contado con su incondicional amor y apoyo, tengo los mejores hijos y
nietos que me aman y apoyan incondicionalmente y por último, cuento con un
contado y selecto grupo de amigos, que difícilmente se consiguen.
He
vivido a mi manera, he conocido lo bueno, lo malo y lo feo, he hecho lo que más
me gusta y encima me pagan por hacerlo y de mis errores aprendí a ser mejor
persona.
No
considero que haya tenido fracasos, más bien para mí, han sido difíciles
experiencias de las que he salido airoso y aprendido, por lo que sinceramente, no creo que pueda existir una mejor
vida que la que tuve, tengo y confío en seguir teniendo.
La
vedad es que; como reza el lema de mi amada Escuela de Aviación Militar:
“La fortuna ayuda a los audaces”; yo me considero un “afortunado audaz”.
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