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Monday, July 15, 2024

CUENTOS DEL MAR, LA PRIMERA NOCHE DE NAVEGACIÓN

 

CUENTOS DEL MAR

LA PRIMERA NOCHE DE NAVEGACIÓN

                        Llevo la estimada como se solía hacer hace seis siglos. Por supuesto, con la invalorable ventaja de las actuales cartas de navegación, pero solo corroboro mi posición una o dos veces al día, de manera electrónica con mi aplicación de GPS que para quienes no lo saben, traduce al idioma de Shakespeare ‘’Global Positioning System’’ o lo que para Cervantes será ‘’Sistema de Posicionamiento Global’’, pero a lo que vamos, que ya estamos por aquí; calculo por mi visual, que estoy a unas catorce millas de Miami y la pregunta: ¿y cómo lo sabes si no tienes radar y no te has posicionado por ningún método en la carta?, es simple mi estimado marinero, cuando puedes ver los edificios al borde de lo que da tu horizonte visual diurno, estás trigonométricamente, a unas doce millas y a esta hora que son casi las 10 de la noche ya lo que veo son simplemente el reflejo de las luces de Miami, de forma que por aquí, ¿Qué importa si estoy a catorce o a dieciséis?, da lo mismo, porque mi velocidad es muy poca. Ya la brisa ha comenzado a subir. Eolo se despertó de su siesta, pero aún está un poco modorro.

            Mi barlovento es por mi aleta de estribor y coincide con la corriente que por aquí es casi despreciable, pero ayuda sin dudas, todo ayuda. He apagado mi motor e izado mi mayor y el foque a media y como tengo una corredera pequeña de plástico, que me compré en la tienda Intermarine, sentado aquí en popa, me divierto averiguando que estoy dando apenas tres nudos de velocidad y si eres velerista, podría mentirte diciéndote que esta será una noche plácida, pero es que no existen noches plácidas en la mar, o al menos yo no la conozco.

            No hay luna, porque me encantaría el ejercicio de hacer una recta con mi viejo sextante y cruzarla con mi rumbo a ver si le gano al GPS, pero no, seguiré recto hasta el amanecer, solo a medianoche anotaré en el diario mi estimada.

            Con esa luz de minero que tengo, de esas que se ponen en la frente, ¿ya sabes de qué te hablo?, la he prendido para leer aquí en lo que llamamos bañera de popa, la más reciente obra de Arturo Pérez Reverte, titulada ‘’El problema final’’ y como los tiempos en la mar parecieran diferentes, en lo que me ha parecido un santiamén ya voy por la página 103, escribe muy bien y se desarrolla en un caso policial digno de Conan Doyle.

            La lectura es a la mente lo que el ejercicio al cuerpo, palabras de Joseph Addison que yo repito, porque me mantiene sereno y a la vez distraído, pero alerta, consciente y permite que mi pensamiento se vaya, pero no muy lejos, porque ante cualquier sonido estaré presto.

            Un lector vive mil vidas y en este caso, de esta obra, vivo la de Pietro Malerba, Hopalong Basil o el mismo Sherlock Holmes.

www.juradogrupoeditorial.com




 

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