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Wednesday, November 14, 2012

TE INVITO AL ZOOLOGICO

Sábado 7 AM: me levanté a correr sin que nadie me persiguiera, llegué y todos estaban durmiendo, cargué con mis palos de golf y lancé al menos 100 pelotas en el driving range, al llegar todos seguían durmiendo menos el perro que me exigió le sacara a hacer caca. Bajó mi esposa con ese pijama de invierno, la bata de invierno y las pantuflas llenas de pelo de algún animal de invierno. Mi hijo discutía por teléfono con la novia y le decía que estaba retardada, ya era tarde para ir al zoológico. Mi hijo ya estaba vestido y yo sudado y me recordó que debía levantarme mas temprano y yo daba gracias a Dios que ¡no tenía ningún arma en casa! El inmenso zoológico de grama cortada, aceras mantenidas, empleados amables, casillas impecables y con aire acondicionado, contrastó con el gigantesco orangután frente al público, que riéndose de ellos se rascaba los genitales con impudicia y yo pensé que algún día debería hacer exactamente lo mismo. Las personas le tomábamos fotografías como si aquello fuese una novedad y el mono burlón se reía de nosotros y tomaba poses evidentemente grotescas y yo seguía pensando ¡lo haré pronto! Y no me importará lo que piensen, ese mono tiene mas personalidad que yo, hace lo que le da la real gana y lo aplauden, ¡debo seguir su ejemplo! Dos horas de caminata mas tarde, la sed era copiosa y al intentar comprar una botella de agua, me enteré que costaba $2.50 y le pregunté al dependiente si era importada del África y el me contesto en inglés que si, que estábamos en el área de África y que un poco mas allá estaba la de Australia y Asia…. ¡y me tomé el agua con precio de whisky! En la elevada terraza de madera estaba una suerte de joven Pocahontas con pelo negro lacio y esbelta figura que evidentemente, era producto del esfuerzo de buenos cirujanos, con unos protuberantes senos de kevlar o tal vez titanio, tan solo cubiertos por una franela muy pegada y la Jirafa bajaba su largo cuello y ella muy cerca de su pecho le daba la lechuga y yo veía el largo cuello y las grandes tetas y pensaba en el mono y corrí hasta unos venaditos un poco mas célibes que retozaban alegremente entre el pasto del inmenso sitio y al voltear me llamaron la atención las hienas y me acordé del Diputado Serra porque una de ellas tenía esa suerte de pollina ficticia y elevada a los cielos en el mismo ángulo que las tetas de la Pocahontas. En una piscina llena de hojas del otoño, había algo, una empleada llena de tatuajes explicaba al público que pronto aparecería ese hipopótamo de trece anos, que era el consentido y al sonido del silbato aparecería, reclamando una dosis de maní con concha que tanto le gustaba. Nos preguntó: ¿están listos? Y sonó el silbato e hizo su aparición con su inmensa boca abierta y pude ver sus dientes inferiores separados, sus mejillas gordas y su actitud amenazante y burda….y ¡me acordé de Chávez!

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