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Tuesday, September 17, 2013

GLOBALIZACION ESMERALDA

Pareciera lo normal, trabajar doce, trece y hasta catorce horas diarias en la industria de la televisión, lo que puede sumar sesenta horas a la semana. Mi amigo Cesar López, quien se autodenomina por aquí en Miami, el Príncipe de Margarita, me dejó solo el fin de semana porque se fue a jugar golf a México, junto a su esposa escandinava, nacida en Maturín. Yo decidí libar ese vino chileno que me regaló mi otro amigo cubano y amaneció el sábado y salí en mi vehículo japonés, raudo y veloz a Marco Island y me hospedé en el Hilton y estando en el piso nueve, vi la noticia de que Nicolás Maduro casi se disloca el atlas y el axis, esas vértebras cervicales que sirven para aminorar el suplicio de los ahorcados y todo eso pasó por la parejería de montar bicicleta e intentar sin éxito ser popular y querido. En el balcón escanciaba el mejor licor escocés, matizado con agua perrier francesa, mientras veía el horizonte pleno y las aguas del oeste de la península de la Florida quienes se afectaban por una alta presión atmosférica que las hacía parecer más bien un inmenso lago, mientras hablaba por mi teléfono celular con la princesa rusa Olga Volkov, quien cumplía anos. Y la mar era color esmeralda en una degrade de colores encantadora. Capriles estaba en una universidad en Miami y reunió a miles de venezolanos y hubo conatos de estúpidos, (rara especie de comportamiento social popularizado por el chavismo), pero como siempre inspiró y aseguró que lucharía para que todos volvamos al país y al ver la noticia, me pregunté ¿a cuál país se refiere Capriles?. El que yo dejé, ya no existe y eso incluye el nombre. Ella estaba escasa de ropas en la inmensa cama, bajo el edredón de plumas de avestruz que seguramente era australiano y chequeaba las mas recientes noticias europeas publicadas en la revista hola, mientras yo encendía un excelente tabaco de hojas dominicanas hecho por un cubano de Miami. Pudiese apostar que la bicicleta en la que casi se rompe la crisma Nicolás Maduro, era americana. Mientras yo pensaba que algo debía hacer para evadir esta internacionalización que nos arropa y que queramos o no ya forma parte de la vida. Esto incluye a Chávez, el difunto, el llamado Comandante eterno, que nació en Barinas, pero murió en la Cuba de Fidel y yo sigo preguntándome mientras le doy otra chupada a mi tabaco que como ansiolítico me tranquiliza, ¿realmente de donde somos?, ¿saben qué?, somos de donde nos quieran, de donde nos permitan progresar, crecer y bailar, reír y amar, nadar y correr, de allí exactamente somos. La paradoja de la vida es que nada material nos une a nada, la virtud de la vida está en entenderlo y en manejar con prudencia las falencias que podamos tener para que se noten menos y nunca dejar de crecer, desde la concordia, mientras podamos ver la degrade esmeralda de la mar.

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