LA ALEGRÍA DE
ESTAR JUNTOS
El restaurant todo de vidrio, dejaba
pasar con suavidad la luz de las dos de la tarde y de repente una inmensa
sombra tenebrosa se apoderó del lugar: un inmenso buque de contenedores pasaba
a no más de dos metros de la orilla de cemento, remolcado hacia la mar, porque estábamos
en la orilla septentrional del canal del río de Miami.
Llegamos puntuales y nuestros amigos ya se bajaban de su lujosa camioneta británica Range Rover con unas orquídeas de color malva para mi Doris. Ella de verde y Alberto de lino blanco y llegó el doctor León y su esposa Ana, también vestidos para la ocasión otoñal de manera apropiada y éramos los únicos porque el restaurant abría a las tres de la tarde, son ese tipo de exclusividades de Alberto Lovera quien hizo la reservación.
—Andrea por favor traiga una botella
de Pinot Grigio.
—Prego coronel—contestó el italiano
Andrea presto y con su impecable smoking tropical, mientras otro camarero de
fenotipia latina nos surtía de Accua Panna.
Las risas eran todas nuestras, el
restaurant también, el aprecio, el respeto, la chanza elegante y a la vez cómica,
el paisaje de la mar, el vino excepcional, nuestras damas elegantísimas y nadie
rededor.
Teníamos una semana de emoción porque nos veríamos. Mi Doris estrenó un luminoso vestido de lino estampado con flores de otoño y lo combinó con unas sandalias altas de cuero marrón, ya había ido a la peluquería porque la alegría de estar juntos siempre lo amerita, de repente la magia se rompió, se estropeó porque otra gente llegaba a Il Gabbiano con B y ya les explicaré.
Entraban unas siete personas
calladas, igualmente bien vestidos, una familia muy respetada y admirada en el
Sur de la Florida, Emilio y Gloria Stefan junto con Lili y unos tres jóvenes que
inferimos sobrinos o hijos y se sentaron en la terraza casi a la orilla por
donde había pasado el tenebroso barco.
Andrea llegó y nos dio un inmenso
discurso de la carta, mientras otro camarero mostraba las langostas y cangrejos
que parecían unos dinosaurios gigantes.
Tuna tartar y una pastina con carne
de cangrejo, un carpacho de pulpo y en ese tenor continuaban sirviendo vino y
mi querido Dr. León se sublevó: —basta de vinos, tráigame un–Johnny Walker Black
en las rocas.
Seguíamos siendo los únicos en el interno de Il Gabbiano con B y allí salí yo:
—¿Saben por qué se llama gaviano?,
porque la gavia es la vela mas grande de un velero antiguo y el gaviano es el
marinero maniobrista de las bondades de la gavia. Alberto al ver la gaviota en
el logo de la carta, desenfundó su teléfono y buscó Gabbiano con dos B, lo que
traduce gaviota.
Era joven la tarde, el poniente aun
esperaba y decidimos venir todos a mi casa, porque es una alegría estar juntos.
Un cura belga de nombre Phil Bosman escribió: "Las flores no nacen sin el calor del sol y los seres humanos no pueden serlo
sin el calor de la amistad".
www.juradogrupoeditorial.com