DIÁLISIS
EMOCIONAL
Sí,
es una colisión controlada. La buscamos y la disfrutamos. Creo que mi primera colisión
controlada fue cuando aterricé en el portaviones USS Theodore Roosevelt a bordo
de un avión de la US Navy, un C2-A. Fue un golpe contundente que
independientemente de los apretados cinturones de seguridad, al tomar el
gancho, el cable y detener a la aeronave, me separé lo que calculo una cuarta
del espaldar de mi silla.
Luego,
han venido otras colisiones controladas que han sido todas para bien, para mi
crecimiento, para mi evolución, pero la más reciente, la presentación de mi
novela (Volando en el ataúd), fue una que disfruté. Firmé más libros que las
otras siete veces anteriores, la ecotimia positiva de mis invitados, las
sonrisas de todos, lleno total, la exclusiva atención del lugar, la
familiaridad producto de la literatura, la gente de los medios y podría seguir
agregando y todos pensarán ¿y dónde está la colisión?
El
evento comenzó a las siete de la noche, aunque cuando llegué a las cinco y
cincuenta ya había personas, comprando mis libros, pero estimando las diez,
cuando terminé de firmarlos, me di cuenta que estaba exhausto y pedí a mis colaboradores
salir por la puerta de atrás, sin despedirme.
Al
día siguiente me fui a la fuente energética que más se me da, me fui al mar,
recapacitando, recuperándome de la colisión, del encantamiento amable, del cansancio
de estar de pie atendiéndolos a todos en la medida de mis humanas
posibilidades, pero pleno y guardé silencio por horas, me lo merecía, no hablar
con ningún humano, ya había hablado por todo el año 2018, pero en este milenio el
estar desconectado como lo estaba, produce estrés y a las once decidí ver la mensajería
de texto y había uno no identificado que decía lo siguiente: “….soy Amelia, la
viuda de Francisco Pereira…agradezco la dedicatoria que le has dado a mi muy
amado y recordado esposo y hasta lograste trasladar mi mente al pasado…como
buena lectora que soy, te has lucido…”
No
porque yo quisiera, sino porque la dinámica de la vida me lo había impedido, tenía
más de dos décadas sin hablar con la viuda de mi amigo fallecido a bordo de un avión,
porque no les he dicho que era el mejor de los pilotos aeronavales y esa falla
en el motor, decolando, nos pegó a todos en el corazón.
Me
energizó inmediatamente y la llamé a España donde vive con sus tres hijos. Fue
una verdadera diálisis emocional, purificadora, milagrosa y no tengo idea como consiguió
mi número de teléfono, pero la verdad, no me interesa como suceden los milagros.
Mi
sangre se purificó, mi fe se consolidó, mi espíritu se nutrió, porque yo si
creo en ellos, los veo todos los días, me pasan al lado y se detienen y ambos
-los milagros y yo- nos sonreímos, porque entendemos, que
somos almas divinas y luego, somos humanos.
Francisco
Pereira Resende, fue mi querido amigo y falleció a bordo de un ataúd que volaba
en aquellos años de sueños y hoy se hace sentir su intervención, con esta
llamada de su viuda que ha servido como una diálisis espiritual.
Bernardo
Jurado es escritor.
Su más reciente novela “Volando en el ataúd”, a la venta en Amazon
Y en las más prestigiosas librerías de Miami.
El Capitán de Fragata Francisco Pereira Resende fué quien me envió a estudiar Inglés en la ESCUTEFAV, apostando por el mejoramiento profesional de los pilotos pertenecientes a su escuadrón.Gracias a eso se me abrieron las puertas en el mundo de la aviación civil ejecutiva.
ReplyDeleteEn el intenso entretejido de situaciones vivenciales de nuestro camino, todo se relaciona, todo se vincula. Saludos mi estimado.
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