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Friday, October 17, 2014

LAS MAMITAS DEL BAR

Después de la opípara cena, entramos a la isla donde vivo, ya lindando la media noche de hoy, y ¡oh sorpresa!, el Bistró francés donde con frecuencia como, estaba abierto y casi obligando, so pena de muerte, pedí que nos bajáramos para optar por un cointreau en las rocas que me permitiera dormir y no sonar con Barnabás Collins el legendario personaje vampiro de la serie Cumbres borrascosas con la que nos atemorizábamos en la juventud en aquella televisión frugal de la Venezuela de mis años bisoños. Decidimos por la excelente temperatura de otoño que nos arropa, sentarnos al externo, con luces difuminadas y la música en la cantidad de decibeles correctos para un aburrido como yo y allí estaban ellas, maduras con unos zapatos tan altos como el Empire State building de New York, licoradas y bonitas, fumando y yo con ganas y me atendieron y me surtieron del licor y no puede dejar de escuchar su conversación, de hecho creo que quería escucharla y me impresioné de lo insulso y de la vacuedad. “Creo que él no te representa”, decían a la más afectada, visiblemente afectada. “Si yo fuera tú lo dejaría, porque él no te merece”. “Por aquí cerca hay un psiquiatra que te puede ayudar” y ella -la afectada- decía con un tono de la madre Patria España, “es que lo amo tías, ¿no entendéis que en la cama es un toro?” Y yo pensaba para mis adentros sin prestar ninguna atención a la conversación en mi propia mesa, yo también soy un toro, pero después de la corrida, porque a esta hora no creo que funcione ninguna de mis aptitudes incluyendo la intelectual. Seguía prestando atención y ellas se percataron de mi interés y tan solo pude llegar a atinar una frase, cuando me vieron: “debes dejarlo, estoy de acuerdo con ellas” y me voltearon los ojos y yo pensé que a la que deben dejar es a ella, por pendeja e inmadura. Siempre me he preguntado cómo es un hombre que las represente, porque si la cosa es conmigo, solo puedo agregar que ¡esto es lo que hay en la despensa!, si les gusta, bien y si no por favor que no hablen de mí tan en serio. La moraleja de todo esto, luego de recordar a Víctor Hugo, autor de los Miserables, harto citado en mis escritos, es que una de las amigas terminará muy pronto durmiendo con el toro de la afectada y podría apostar mi carro, por cuanto los microgestos no mienten y las tres mamitas sentían y demostraban en sus caras una suerte de morbo al referirse al pobre señor ausente al que destrozaban sin ingenuidad bajo los efluvios del alcohol. Por los momentos es viernes, mi amigo Martín acaba de abrir su propio blog al que leeré con disciplina y yo, como siempre, seguiré buscando historias reales, que me permitan seguir estudiando esta compleja naturaleza humana que la mayor de las veces es difícil de entender, mientras la española sigue pensando con la entrepierna como si ella fuera la vaca que le gusta a su toro.

2 comments:

  1. Excelente Bernardo!!!!!!!!!!!!!!!!! Lo más seguro es que pasé así.

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  2. Sin duda que las amigas quieren lo que la afectada tiene.....jejejej apuesto el toro que no tengo , y ojo que no tengo toro no por que no
    lo quiera.si no porque entre tanto ganado no se cual de ellos tiene los testiculos mejor puestos............joder!!!

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