Mañana
salimos a buscarlo, porque de los cinco millones de doblones de oro que llevaba
al galeón español Nuestra Señora de las Maravillas el 4 de enero de 1656 que reconoció
fondo en la latitud 27 y medio de acuerdo con uno de los cuarenta y cinco
sobrevivientes cuyo nombre podrán leer en la obra, se han encontrado solo un millón
y medio, de forma que el resto está allí.
Escribo
esta novela desde hace unos meses. La investigación ha sido ardua, por decir lo
menos. Mucho estudio de copias de documentos de la época, estudio de los
comportamientos de lo que se llamó la carrera de indias, las maniobras desde
barlovento de las naves capitanas y almirantas, la geografía y batimetría de
las Bahamas, porque allí se hundió el Maravillas.
Mañana
salimos para allá en un barco italiano de lujo, porque esta historia lo merece.
Vamos a respirar el mohoso aire de los sótanos del Fort Charlotte, donde el
temible capitán Tech, conocido como "Barba Negra" metía a sus presos
en una celda y en la de al lado metía los tesoros esquilmados a los buques. También
en ese fuerte iré al sitio donde colgaron al capitán Vane, de allí me voy a la
Iglesia ortodoxa griega que queda en la 11 west street en Nassau, para
regodearme en la trama de espionaje que allí se desarrolla, los interrogatorios
con pentotal sódico en la casa de al lado que antes era un hospital y el
juramento de los cofrades sobre el tesoro de las Maravillas.
A
pie, iremos, mientras nos espera el buque, al bar Maragaritaville, donde el
protagonista hace contacto con Olivia, Belinda y Lucia, una antropóloga, otra
buzo con experiencia en pecios y la otra arqueóloga e hija adoptiva del obispo
de la iglesia prenombrada.
Por
no dejar y aunque nada tiene que ver con la historia aun, iré al "Queen
staircase" lo que traduce la escalera de la reina, que tiene 65 escalones
hechos por los esclavos a cincel y martillo a finales del siglo XVIII en la
piedra de coral y por supuesto, buscaré algunos documentos que me esperan luego
de la coordinación de mi equipo, en el "Museo de los piratas de
Nassau"
Lo
importante de esta novela que se titula "Latitud 27" es que todo es
verdad, excepto los personajes que salpimientan los cuatro intereses de la
psiquis del humano, los cuales son el sexo, el dinero, la muerte y el amor.
Llena de intriga, llena de historia, no exagero, pero cualquier buscador de
tesoros interesado en el del galeón las Maravillas, deberá leerla como si lo
hiciera con un derrotero o con una carta de navegación de punto menor.
Para
aquellos que se beneficien encontrándolo, solo exigimos que nos digan que lo
han hecho, será suficiente recompensa para este escritor.
Nos
vamos a Nassau, poco más abajo de la latitud 27, pero donde están todas las
evidencias de aquella noche donde fallecieron 554 personas y donde aún las
esmeraldas colombianas, las perlas de Margarita, la plata y el oro recogidos en
Veracruz se encuentran a poco menos de nueve brazas castellanas y a no más de
cinco cables, ambas medidas de le época, de esa época que me cautiva.
Y
se preguntará ¿y la longitud?, pues depende del meridiano de referencia, ¿será
el del hierro o el de Cádiz? en la novela, entre las líneas de ese mapa en que
a veces se convierte la literatura, pues, lo podrá encontrar.