UNA MUDANZA EN FERRARI

UNA MUDANZA EN FERRARI

            La misión era la destrucción de una pista clandestina en alguna parte cercana a la frontera colombiana y decidieron, basados en ¡no sé qué! Mandar un inmenso avión de combate.

            Ambos pilotos, con el grado de Capitán, muchachos con futuro, escogidos con denuedo, obedeciendo a un estricto sistema de eliminación, chequeados seguramente con mucha exactitud, porque estamos hablando de una suerte de cohete con más potencia de la que Usted, amigo lector, podrá experimentar jamás en ninguna otra plataforma de transporte.

            A las 20:40 horas, o sea a las 8:40 PM, decolaron e imagino que en pocos minutos llegaron al área.

Me informa un alumno que todo lo anterior está corroborado y tan solo se retuerce en mí, las vidas desperdiciadas de estos jóvenes  a quienes tuve el honor de dar clases en la Escuela de Aviación Militar en el 2006. ¿Qué tragedia el tener jefes estúpidos? ¿Qué mal sabor el perder tanto esfuerzo y amor a la profesión por la incompetencia de estos improvisados?

Ahora mismo se encuentran inoperativos dieciocho aviones Sukhoi de última generación y es que  ¿cómo no va a ser así? en el país de la escases y el hambre, de la corrupción y la lenidad.

Mantener estas aeronaves implica no solo dinero que a mi juicio sería lo de menos, es el conocimiento exacto del mantenimiento y la operación para llevar a la máquina y al hombre como un conjunto, a su máximo performance.

Destruir en una operación nocturna, una lejana e ilegal pista de aterrizaje, en algún paraje indeterminado con un avión Sukhoi es como hacer una mudanza con un vehículo Ferrari, de manera que en el arte de la guerra existen parámetros bien estudiados para el éxito y uno de ellos es LA ECONOMÍA DE FUERZAS.

Lamento la muerte de estos dos hijos y el desperdicio de tanto entrenamiento mal usado, lamento la infausta operación que ha sido producto de la lenidad de los comandantes militares al permitir y negociar a espaldas de la ley, con el narcotráfico al más alto nivel gubernamental, para que estos dos muchachos dejen pegado en tierra lo más preciado –la vida- por hacerles la mampara a los traidores de la Patria, dispuestos a negociar hasta las más rastreras bajezas de su honor por hacer más dinero antes de que los demás terminen de saquear al país.

De cada desastre debemos aprender y por ello la invitación a mis alumnos de aquel cuarto año de la Escuela de Aviación Militar es a advertirle que “no tiene sentido perder la vida sin sentido”. Los militares tenemos el libérrimo derecho a disentir y en términos profesionales poseemos la libertad de no estar de acuerdo con los desaciertos y fracasos, de manera mis queridos alumnos, ahora Señores Oficiales, no es culpa de Ustedes tener jefes tan idiotas y poco preparados, no es culpa de Ustedes esta barbarie en contra de los intereses de la Fuerza Aérea, pero de lo que si serán culpables es de avalar con sus acciones órdenes absurdas y operaciones tontas en la que puedan perder sus vidas.