CITA CON MI PSIQUIATRA

CITA CON MI PSIQUIATRA

            Es una buena fórmula, estudio, ejercicio y terapia, en ese orden y casi todos los viernes al mediodía, de acuerdo a las actividades voy a su consulta.

            Al llegar no me habla, es un tipo raro, pero su sonrisa me da la bienvenida, me tiende la mano y me escruta, me analiza, su sola mirada saca de mí mis problemas con los que llego.

            Yo le pregunto: ¿Cómo me ves hoy?

            Por única respuesta recibo: ¡te veo mejor!

            Es algo lineo funcional, es una suerte de ritual que ambos conocemos muy bien e inmediatamente me ordena: hoy te voy a dar una cerveza negra, luego puedes hacer lo que quieras y además, no vas a comer los chicharrones de pollo que te gustan, porque te voy a servir un bacalao a la vizcaína, con arroz blanco, tienes tiempo sin comer pescado.

            Al mejor estilo suyo, no le contesto, solo asiento a la orden médica de Molina, el barman del bar de la Habana Vieja Restaurant.

            Al traerme la cerveza, pregunto por los escritores y me entrega el parte correspondiente y me advierte que fulano está por llegar, que le espere, que tiene una idea que me va a gustar. La trifulca se presenta inmediatamente y entra a jugar el tema venezolano y cubano, las pasiones se exacerban, se exponencian y todo paradójicamente se alegra.

            Molina guarda el silencio de los árbitros, mientras se me acerca y me informa que ve este mismo espectáculo desde los doce años cuando comenzó a trabajar. Es un gran confesor y psiquiatra de la vida. Es el mejor y mayor espectador de lo humano desde su pequeño universo detrás de la barra del bar y con una sonrisa, me dice que él no es cura, pero ha casado a dos parejas de dentistas y que tiene un bisnieto que vive en Boston y su primera casa la compró en $15.000 en 1971 y que  ¡le encanta su trabajo!

            Telésforo Molina, nació en Matanzas, Cuba, pero es de familia gallega y creo que no hay persona más apreciada y querida en ese ecosistema de locos pacientes de él.

            En ese bar voy a drenar las presiones y a conseguirme con personas muy inteligentes y cultas que van a lo mismo. Jamás pido un trago. Ese es un trabajo de Molina, darme el primer trago de acuerdo a su criterio y a la cara que corresponde a Campari, Vodka tónica, Bull shot…. ¿qué más da?,  ¡Molina es el que sabe!

            Hay en la vida personas que intentan sin éxito pasar desapercibidas, pero estar en la barra, sin Molina, nunca será igual, el trago sabe a toronja con clavo especia y definitivamente él es el jefe de esa encantadora consulta que recibimos con frecuencia ese pequeño ejército de poetas, escritores y por ende locos.