UNA MARCA
EN EL UNIVERSO
Hoy
ha sido un día luminoso, por decir lo menos. En la mañana he hablado con mi
amigo Andrés, siempre tan inquieto intelectualmente, siempre escudriñando que
leo y que opino. De las acciones de la bolsa de valores, terminamos hablando de
Hemingway, de Schopenhauer, de Federico Nietzsche y de otros.
Ya
caída la tarde, leía en el silencio de mi apartamento “Los niños de la estrella
amarilla” del excepcional intelectual Mario Escobar y luego me enfrenté al
choque térmico de la fresca temperatura otoñal, contra el hirviente jacuzzi al
aire libre.
Salí
a caminar sin cenar aun, buscando en la mente que escribir. Estaba en lo que mi
hijo Ricardo burlonamente llama “el proceso creativo de Papá”, no le hablen, dice
a todos, está insoportable porque está pensando, déjenlo tranquilo, que después
de que escriba será otra persona.
Fui
a la parte más oscura de la isla, en la esquina Sur Este, donde paso los 31 de
Diciembre, esperé a que mi pupila aclarara frente a mí la bahía de Biscayne y
observaba en paz y silencio el tráfico marítimo lleno de improvisados marineros
ebrios y saqué mi armamento, el que me protege de todo mal, como la canción de
Pedro Navaja y ya rezaba la primera decena agradeciendo mi monástica y
equilibrada vida, cuando me llamó Demetrio. Confieso que le atendí porque era
él, mi muy querido y admirado amigo, dueño de un lugar donde con frecuencia
asistía a hablar con intelectuales, a tomar vino en grandes cantidades, poetas
pululaban, jugadores de ajedrez en fin, un ambiente de excepción en Coral
Gables.
El
canal de televisión donde alguna vez trabajé nos pidió reunirnos a desayunar
para hablar algunas importantes y privadas cosas fuera del edificio y me tomó
una fotografía que aún está en las paredes de este sitio parisino en Miami,
porque Demetrio’s Café es una referencia de buen gusto, pero a lo que vamos.
Él
estaba esta noche en compañía de mi otro amigo Alfredo y con ambos hablé con la
curiosidad y la admiración de siempre. Les dije sobre cómo y porque va mi libro
“Divinos, luego humanos”, haremos un conversatorio próximamente con mucho vino,
como debe ser, reímos, recordamos a amigos ya fallecidos, volvimos a reír y a
preguntarnos porque yo no estaba allí y de repente Demetrio, se puso serio y me
pidió que le escuchara con atención:
¿Bernardo,
tu recuerdas cuando te regalé aquel saca corchos?, si claro, aun lo conservo,
le dije sorprendido.
He
debido regalarte un punzón de esos con los que se rompe el hielo, porque debes
dejar una marca en el universo, creo que ya lo estás haciendo pero aún debe ser
más profunda.
Yo
tenía mi rosario en la mano y pensé que esta conversación no era casual sino causal. Hacía un par de horas que me
torturaba, tratando de escribir y ya lo sabía, me lo había dicho Demetrio.
Mis
queridos lectores, yo aún no estoy claro que significó esa frase, de lo que si
estoy seguro es que conseguí el camino que busco y Ustedes también, porque lo más
importante es dejar la marca del punzón en alguna parte del pequeño universo
que nos rodea.
Gracias
Demetrio.
Anonanado he quedado con esa retorica...saludos Jr, y que la musa te siga acompañando con tu rosario siempre a mano, y no te escribo mas para dejarte pensar en tu proceso....cuidate..
ReplyDeleteHas dejado una estela luminosa como inextinguible, la cual seguimos en formación UNO quienes te queremos y admiramos.
ReplyDelete