UN PLACER
DE ALTO RIESGO
Teníamos
una grata e inteligente conversación, contra todos los pronósticos y pruritos
personales que solo en mi mente sesgada existían. La verdad es que no me
emocionaba demasiado recibir a estos oficiales del Ejército, estaba cansado, mi
tripulación también, necesitábamos receso de tanto mar, de tantas millas, de
tanto entrenamiento, pero tuvimos que ir al puerto de la Guaira para embarcar a
los Tenientes Coroneles del Curso de Estado Mayor.
Después
de la agrura que me provocaba Hugo Chávez yo no quería estar cerca de ninguno
de ellos y como siempre pasa, el generalizar es injusto y pido disculpas
airadas.
Ya navegando, en
el puente, explicaba a algunos y a su profesora de geopolítica, la situación del
Caribe Oriental, al que mi buque conocía muy bien. La diferencia con la bella “Martinique”
francesa y las islas británicas junto a sus procederes diplomáticos, esa moneda
del dólar caribeño que se les adelantó a la Unión Europea y aquella Universidad
de Trinidad de la que hice una tesis para la Universidad Central, la avalancha
musulmana y los intereses del “Common Law” versus al derecho romano.
Ellos
me veían expectantes, pero esa era mi vida, estudiar, averiguar, esa hambre
indetenible por disfrutar aprendiendo y todo en el mejor escenario: el Océano
infinito.
Recuerdo
que de repente uno me preguntó: ¿ese cañón que está en proa, funciona?
Mi
Jefe de Armamento era el oficial de guardia en el puente y no contesté, tan
solo le vi y con todo orgullo, ripostó: “su pregunta es casi una falta de
respeto, en este Buque está todo operativo,
¡este es un buque de guerra!”, mientras, desde mi silencio mi orgullo profesional
quería gritar.
Le
dije: ¿Qué te parece si comprobamos al oficial lo que dices? Y tomó el micrófono
de órdenes colectivas y tocó rol de combate y en menos de un minuto por mi
reloj, todas las estaciones estaban alojadas y listas y ordené fuego y al menos
una docena de proyectiles salieron por sus bocas. El Jefe de las Armas se
acercó al preguntón, con la arrogancia apropiada, para pedir disculpas porque
todo nos había tomado dos minutos con veinte segundos.
Hay
un submarino desaparecido en el Cono Sur, con cuarenta y cuatro almas que técnicamente
ya no están vivos. Su última posición linda 240 Millas náuticas de San Jorge y
aseguro que es una de las peores maneras de morir. La profundidad sobrepasa las
prestaciones del casco y me temo que ya no se puede hacer nada.
Esos
marineros orgullosos, esos profesionales de primera línea, esos a la que la
providencia le ha dado el privilegio de morir en la mar, no tendrán cruces como
alguna vez escribí. Esos marineros osados, preparados y bienintencionados, son
admirados por todos los que alguna vez pudimos decir que teníamos más tiempo a bordo
que en tierra.
Solo hay dos tipos de hombres, escribió Thusidides: “los que
están muertos y los que estamos en la mar”, estos tienen de las dos, no tengo
duda que esa profesión amada es ¡un
placer de alto riesgo!
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ReplyDeleteSolo los hombres que conocen el mar saben de sus intenciones y aún así lo retan en cada misión por corta y simple que sea.
ReplyDeleteBz Mi Capitán un Gran Abrazo Naval desde la deteriorada Venezuela Saludos
ReplyDeleteSaludos Jr, desde hace 22 años no puedo decir lo mismode mas tiempoa bordo que en tierra, de mis treinta fueron 19 Vs 11, y siempre fui del mar por la profesion y por el hobby, desde el 73 empece con una Boston Wheler de 14´ y un arquimides volvo de 40 hp fuera de borda, para isla del rey, alcatraz, isla latga,....hasta un Sea ray 40´en sociedad con un cuñado, termine hata el 2013 con un 28´y en Club de vela de la ARV, pero sabes lo que pasó y no veo el mae en vivo desde 2015 cuando con mi hijo fuimos al CRPU, y luego él esta como tú...allá...pero empezando y no con tantos momentos alegres como tu, pero viviendo con mi nuera y mi nieto...ya va en la espiral del ascenso..
ReplyDeletesaludos y cuidate..