¡TE
ORDENO QUE ME AMES!
Ella
estaba como posesa por el diablo, le pegaba, gritaba fuera de toda compostura,
le reclamaba groseramente mientras él guardaba silencio sabiendo que se
enfrentaba a una desequilibrada. Esa relación ya se había agotado, lo sabían todos
menos ella y de repente se retiró a la habitación y regresó como más calmada,
con las manos dentro de los bolsillos de su ajada bata de casa, se había limpiado
las lágrimas, también.
¿Sabes
qué? Que aquí no se acaba nuestra relación, le dijo con cierto tono pontificio,
¡aquí es donde comienza!
Era
evidente que no estaba psíquicamente en sus cabales, pensó él.
De
repente sacó su mano derecha del bolsillo de la raída bata, empuñando su
revolver Smith and Weson de calibre treinta y
ocho, cañón corto, modelo airweight, que siempre tenía en la mesa de
noche como protección para la familia, en caso de la entrada de algún intruso.
Le
dijo con voz calmada, pero con rostro fuera de sí: ¡te ordeno que me ames!
La nueva
ley contra el odio, promulgada por el gobierno de Maduro, es algo muy similar.
Ya hemos escrito que el odio y el amor son el mismo sentimiento pero con
polaridades invertidas, no son contrarios y en los párrafos anteriores podemos
discriminar que siendo lo mismo, ella pasa de la ira descontrolada, al llanto
manipulador, respuesta esta de su impotencia y pasa a amenazar de muerte, ¡toda
una locura!, tan o más como la prenombrada ley que han diseñado los odiadores
comunistas.
Trataré
de explicarlo mejor: hay cosas que no se pueden ordenar, aunque me gustaría que
no fuera así, pero es una ley como la de la gravedad. Te ordeno que seas
honesto, te ordeno que me seas fiel, te ordeno que te parezca gracioso mi
chiste y así podría llenar estas páginas de cosas in-ordenables.
Les
tengo malas noticias al gobiernucho: pueden hacer todas las leyes que deseen,
pueden meter presos a todos los habitantes, pueden hasta torturarlos, pueden
hacer del oscuro sentimiento que levantan en la psiquis del hambre un delito y
agregarlo en el “Código Orgánico Procesal Penal”, pero no lo lograrán, les
odian, el país todo les aborrece, porque el humano desecha la miseria de manera
intuitiva, el humano huye despavorido del hambre que le atormenta y cuando hablo de hambre debemos
incluir las absurdas doctrinas.
No
podrán, créanme que no podrán y ¿saben porque?, porque entre Ustedes mismos se
odian y si no es así, pueden preguntarle al fiscal Anderson, o a Eliecer
Otaiza, o a Robert Serra, todos infaustamente muertos, todos en extrañas circunstancias
aún por esclarecer, todos muertos por Ustedes como es notorio y casi público.
La
ignorancia es una cosa muy seria, que Ustedes, los del gobiernucho, han tomado
como modus vivendi, pero la Venezuela actual, ya no les cree y además les
aborrece.
Pueden
seguir cambiando los destinos electorales, pueden seguir abusando del
equilibrio psicológico del venezolano, pero así saquen el revolver como la loca
prenombrada, así ordenen que no les odien, simplemente no lo podrán lograr.
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