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Saturday, November 11, 2017

¡TE ORDENO QUE ME AMES!


  ¡TE ORDENO QUE ME AMES!

            Ella estaba como posesa por el diablo, le pegaba, gritaba fuera de toda compostura, le reclamaba groseramente mientras él guardaba silencio sabiendo que se enfrentaba a una desequilibrada. Esa relación ya se había agotado, lo sabían todos menos ella y de repente se retiró a la habitación y regresó como más calmada, con las manos dentro de los bolsillos de su ajada bata de casa, se había limpiado las lágrimas, también.

            ¿Sabes qué? Que aquí no se acaba nuestra relación, le dijo con cierto tono pontificio, ¡aquí es donde comienza!

            Era evidente que no estaba psíquicamente en sus cabales, pensó él.

            De repente sacó su mano derecha del bolsillo de la raída bata, empuñando su revolver Smith and Weson de  calibre treinta y ocho, cañón corto, modelo airweight, que siempre tenía en la mesa de noche como protección para la familia, en caso de la entrada de algún intruso.

            Le dijo con voz calmada, pero con rostro fuera de sí: ¡te ordeno que me ames!

            La nueva ley contra el odio, promulgada por el gobierno de Maduro, es algo muy similar. Ya hemos escrito que el odio y el amor son el mismo sentimiento pero con polaridades invertidas, no son contrarios y en los párrafos anteriores podemos discriminar que siendo lo mismo, ella pasa de la ira descontrolada, al llanto manipulador, respuesta esta de su impotencia y pasa a amenazar de muerte, ¡toda una locura!, tan o más como la prenombrada ley que han diseñado los odiadores comunistas.

            Trataré de explicarlo mejor: hay cosas que no se pueden ordenar, aunque me gustaría que no fuera así, pero es una ley como la de la gravedad. Te ordeno que seas honesto, te ordeno que me seas fiel, te ordeno que te parezca gracioso mi chiste y así podría llenar estas páginas de cosas in-ordenables.

            Les tengo malas noticias al gobiernucho: pueden hacer todas las leyes que deseen, pueden meter presos a todos los habitantes, pueden hasta torturarlos, pueden hacer del oscuro sentimiento que levantan en la psiquis del hambre un delito y agregarlo en el “Código Orgánico Procesal Penal”, pero no lo lograrán, les odian, el país todo les aborrece, porque el humano desecha la miseria de manera intuitiva, el humano huye despavorido del hambre que  le atormenta y cuando hablo de hambre debemos incluir las absurdas doctrinas.

            No podrán, créanme que no podrán y ¿saben porque?, porque entre Ustedes mismos se odian y si no es así, pueden preguntarle al fiscal Anderson, o a Eliecer Otaiza, o a Robert Serra, todos infaustamente muertos, todos en extrañas circunstancias aún por esclarecer, todos muertos por Ustedes como es notorio y casi público.

            La ignorancia es una cosa muy seria, que Ustedes, los del gobiernucho, han tomado como modus vivendi, pero la Venezuela actual, ya no les cree y además les aborrece.

            Pueden seguir cambiando los destinos electorales, pueden seguir abusando del equilibrio psicológico del venezolano, pero así saquen el revolver como la loca prenombrada, así ordenen que no les odien, simplemente no lo podrán lograr.

           

 

 

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