LLAMADOS
ANCESTRALES
En
la calle de Caracas, sobre mesas improvisadas, cercanas geográficamente a la
Universidad Central, colocaron cientos de libros usados para la venta, por
donde alguna vez, siendo estudiante, también caminé, buscando letras y pensamientos
baratos, no por fatuos contenidos, sino por precios ajustados al también ajustado
presupuesto de un estudiante inquieto.
Sonó
el teléfono celular de mi hermano, quien como furibundo lector se encontraba en
la misma búsqueda, en el país del absurdo, en el país sin papel.
Mientras
conversaba, algo llamó su atención, algo raro sobre los libros que no estaban
siendo atendidos por el dependiente quien hablaba con otras personas a metros
de allí.
Su
mirada, selectivamente se fue hacia un ejemplar cuya carátula la había abierto
el viento, pero se percató: ¡es que no hay viento! Sus primeras páginas de
batían “sin viento”
Al
cerrar la comunicación, se aproximó a la mesa y allí entendió de quien era el mensaje
ancestral.
Cuando
entendemos que pasan cosas a nuestro rededor, que no siempre tienen que ver con
lo que nuestros sentidos pueden percibir, nos asustamos, sin entender que los
sentidos son solo sensores que nos muestran lo que todos podemos ver, oler,
tocar, oír, pero cuando nos centramos, cuando internalizamos que la vida pasa
por nuestro lado y dejamos escapar mensajes importantes que no siempre nos son
dados de manera evidente, allí nos aterramos porque no entendemos que existen
cosas que nuestra educación, nuestro vivir citadino nos obliga a obviar.
La
dedicatoria estaba hecha de puno y letra del autor, agradeciendo al Colegio
Santa Gema, donde todos nosotros estudiamos, luego de nuestra llegada a
Venezuela procedentes de Inglaterra comenzando los setenta, donde mis hermanos
menores comenzaron desde la primera infancia, regidos por la sabia mano ductora
de los Padres Pasionistas.
Seguramente
el libro en cuestión había sido tomado por algún estudiante de la biblioteca
del plantel, jamás había sido devuelto y fue a parar a las estanterías de las
calles, donde escritores como Hemingway pululaba por Madrid en una similar situación.
Mi
hermano quedó petrificado cuando pudo ver la firma de nuestro Padre en la
primera hoja, hecha con su masculina letra, con su ortografía agresiva, de
rasgos fuertes, de impresión quirúrgica, en aquel libro titulado “Obras
completas de Bernardo Jurado Toro”
No
existen las casualidades, todo posee una causa que nuestros terrenales sentidos
no nos permiten percibir, de lo que estoy seguro, es de que las evidencias
aplastantes, nos hacen saber que existen LLAMADOS ANCESTRALES, que debemos aprender a discriminar, mientras
mi aterrado hermano se preguntaba: ¿Cómo se baten las páginas de un solo libro
puesto sobre cientos de ellos, si no hay viento?
Por
supuesto compró el ejemplar, pero aun no entiende muy bien ¡el mensaje de
nuestros ancestros!
bello y merecido homenaje a un padre ejemplar.
ReplyDeleteExcelente llamado ancestral...comparalo con la percepciòn tambien llamada intuiciòn, que tiene mucho que ver con la formaciòn, capacitaciòn, experiencias de vida personal y profesional, principos, valores...desde que somos fetos...saludos y cuidate...
ReplyDeleteBernardo, bello escrito. Tuve el honor de conocer a tu padre, y fui compañero de pieza edn la Básica de tu tío Héctor/ Un buen abrazo, GT.
ReplyDeleteSanto el evento, santa esa calle, santo el momento, circunstancias de modo lugar y tiempo que permiten ese santo viento que solo se siente y que estuvo latente sobre muchos libros, quien sabe cuantos, para hacer ancestral llamado a tu hermano Santos... bendita y perfecta causalidad.
ReplyDeleteQUE LINDO RECUERDO, ME DA VER ESTAS MEMORIAS QUE NUNCA SE VAN,DE ESTE PLANO TERRENAL, LOS MOMENTOS QUE COMPARTIMOS CON ESTE ILUSTRE VENEZOLANO, COMO FUE NUESTRO AMIGO, BERNARDO JURADO TORO,LES ESCRIBE, DrFAUSTINO HIDALGO HERNANDEZ.CELULAR:0416-7082887-0412-2115544.
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