VIEJO VERDE EN EL DÍA
DE LAS MADRES
Aunque
Ustedes no lo crean, existe un concepto perfecto de viejo verde en el internet.
Yo
tengo muchos amigos viejos verdes. Tratamos de
lucir nuestra calvicie a bordo de un vehículo convertible. Hacemos más
ejercicio que los triatlonistas. Otros más arriesgados compran una motocicleta
Harley Davidson que es más cara que el carro de su esposa, pero son buena
gente, disciplinados, simpáticos y los que no, tratan de serlo.
Todo
viejo verde que observe en el día de la madre en el down town Miami a esa respetable
señora seguramente con bastón que se apea con ayuda de los muchachos del valet
parking, se detendrá ipsofacto, porque su experiencia e instinto le dice que
pronto se bajará del vehículo su hija. El la verá desde el cariz de sus
anteojos oscuros y hará que su ruidosa motocicleta suene más duro a manera de
obtener una mirada de la treintañera. Cualquiera pudiese pensar que la mira con
los ojos de padre, con ganas de criarla y hacerle cariño, pero no, yo los he
entrevistado y conozco bien su cochina manera de pensar.
Al
cruzarse las miradas, el hará un mutis y llegará a la conclusión de que la devota
hija tiene las tetas caídas, ¡pero del
cielo!
Si
el viejo verde es ingeniero civil, la escrutará con denuedo, a manera de
ingeniar alguna triquiñuela que le permita observar sin ropa las protuberancias
y defectos de la construcción.
Si
es ingeniero de materiales, con seguridad la querrá tocar y sentir las texturas,
partes duras y blandas, los puntos de inflexión de las coyunturas.
Ya
sería un exceso describir si el viejo verde es cirujano plástico, pero seguro
estoy que ordenaría a la paciente ese viejo truco de quitarse la ropa para
examinarla.
Un
ingeniero de sistemas, la observa como un todo. Mira las proporciones de la
totalidad y arguye que Fibonacci y su sucesión matemática está perfecta, que la
Divina Proporción de Da Vinci, se conjuga en la bella hija de la señora en el día
de las madres.
Un
psicólogo, más entendido en la conducta humana, brincaría enérgico de su
motocicleta a ayudar a la anciana, pero viendo por el rabillo del ojo a la
agradecida y agraciada hija.
Se
conjuga en la personalidad del viejo verde, la inmadurez, (por eso lo de verde),
una cara benigna, propia de un hombre maduro y centrado, pero con pensamiento
torcido. Un viejo verde, de acuerdo a lo que me informan mis amigos, jamás
piensa que la madre a la que ayuda está cerca de su propia edad y que la
agradecida hija es menor que su propia hija.
En
definitiva, en el día de las madres, salen todos los viejos verdes, con sus
amables sonrisas que socialmente les camuflan.
Salen en sus carros convertibles o en sus inmensas motocicletas a ayudar a
todas aquellas ancianas que poseen la virtud no de ser madres, sino de estar acompañadas
por sus despampanantes hijas. ¡Yo les comprendo bien, porque probablemente yo
sea uno de ellos!
Ayer experimenté cierto cambio en el color de mi rostro al ver una con cierto interés náutico y la capitana dictó órdenes al timonel: "nada a babor " y tuve que parar la guiñada.
ReplyDeleteAyer experimenté cierto cambio en el color de mi rostro al ver una con cierto interés náutico y la capitana dictó órdenes al timonel: "nada a babor " y tuve que parar la guiñada.
ReplyDelete