LOS MUROS
DE TU PRISIÓN
Se
puede vivir fácilmente sin eso que tienes. Sin eso que realmente es el dueño de
tu felicidad: tu casa, el carro que cuidas más que a tu madre, el reloj de oro,
que da la misma hora que un Casio japonés de $8 y podría seguir la muy larga
lista de cosas que te poseen.
Yo
me he bajado hace bastante tiempo del tren de la competencia, me he
desprogramado y he aprendido a desapegarme, porque no combato, porque poseo
otros hábitos, me he desprendido de las etiquetas enfermizas que la sociedad
siempre impone.
Le temo a los fanáticos, inclusive a
los de mi propia religión, porque con ellos no se puede razonar. Le temo más
aun a los patriotas fanáticos, porque son tontos y discuten y hasta se inmolan,
sin entender que el poder no les pertenece, sino que ellos son una pertenencia
del poder. La abuela de Facundo Cabral, llegó a decir que “el poder es la forma
de masturbarse de los mediocres” y entiendo que era una mujer humilde, pero con
este aserto, llena de sabiduría y lo peor es que todos sin excepción hemos
actuado como fanáticos absurdos, cuando algo va contra nuestras creencias y discutimos,
berreamos, tratamos de convencer al contrario, sin darnos cuenta, que todo se
trata del miedo, porque ellos, tus miedos, son expertos en hacer que tu mente
se fije en ellos y a esta explosiva fórmula, a esta carreta llena de pólvora,
la empuja tu ego, que ¡no es poca cosa! ¿Y
luego? Pues, luego te enfermas si entiendes que la palabra enfermedad posee una
raíz latina: “IN FIRMUS” que traduce “sin firme”, porque no estas firme cuando
discutes sin observar y aceptar disidencias y tus emociones más negativas hacen
su entrada y por ende somatizas. ¡Esos son exactamente, los gruesos muros que
te encierran por siempre en tu prisión!
Ya lo sé, se están preguntando: ¿y qué
hacemos?, pues como casi todos los complejos problemas de los hombres, posee
una simple solución si aplicamos otra palabra, la cual es el desapego, porque
ellos, tus apegos a las cosas materiales que te poseen, surgen y brotan, todos
sin excepción de una mentira.
Ya lo saben ¿verdad?, si, ya saben
que somos energías y esta, la energía, positiva o negativa, la que tu escojas
seguirá tus pensamientos y por ende tus hábitos, tus conductas, tu carácter y
luego si escogiste mal, podrás decir que ¿tienes mala suerte?
No tienes mala suerte, lo que ocurre
es que has dado poder al sufrimiento y a los muros que te aprisionan.
Es muy fácil. Un diamante, por poner
un ejemplo, es una piedra, una simple piedra a la que los hombres le han dado
un valor que también es una mentira, porque ninguna piedra debe valer tanto.
Otro secreto y solución es el de
armonizar diferencias que tienes con los demás, porque tu deber es ser feliz y
evitar a toda costa el sufrimiento, los malos momentos, los desamores y los
apegos.
¡Derrumba los muros de tu prisión!
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