EL ECO DE
LA VIDA
Les
ruego me comprendan, tengo algunas debilidades que intento ocultar, aunque a
veces pienso que ya no me importan.
Es
sábado, he estado escribiendo todo el día y he hecho algunas antipáticas
diligencias que nadie más puede hacer por mí. Ir al banco a depositar un
cheque, comprar algunos utensilios y víveres, ¿Qué más da?, cosas del devenir
que me alejan momentáneamente del placer de escribir mi más reciente novela y
de repente, el hambre me atacó despiadada y todo estaba congelado, la verdad no
tenía intención alguna de cocinarme,
menos de ir a un restaurant, no quería hablar con nadie, porque eso me aleja
del pensamiento y la concentración y apareció la mágica idea de ir a Burger
King a comer chatarra, pero rápido.
Frente
a mí, estaba ella, con su casco y esa suerte de chaleco fosforescente de
seguridad, un pañuelo amarrado en la cabeza y unos jeans usados y llenos de
polvo, mientras observaba un morral que pendía de sus hombros, ¡era una obrera
de la construcción!
Le
dije a sus espaldas en inglés: ¡les admiro mucho!; y ella me contestó: ¿a
quienes?, pues a Ustedes, los obreros de la construcción, porque yo fui uno de
Ustedes y sé muy bien lo duro que es ese oficio. Por primera vez se volteó y me
miró de arriba abajo, se fijó sobretodo en mis usados zapatos que otrora fueron
exclusivos y me ripostó: pues Usted parece de otra clase, yo no le creo. Créame,
le dije en español, cuando llegué al exilio lo hice en algunas obras en Coral
Gables y creo que aprendí mucho de la vida, pero allí no habían mujeres.
Me
llamo Reina, tendiéndome una mano áspera. ¿Quieres comer conmigo? Y me dijo que
sí.
Reina
es de Nicaragua y su esposo también es obrero, pero su hijo es estudiante del tercer
año de ingeniería y también trabajará en la construcción, pero como ingeniero,
me dijo con orgullo. Tiene veintitrés años aquí y probablemente tenga más
dinero que yo, ¡así son las cosas en el país de las oportunidades!
La
vida tiene un eco, lo que digas volverá a ti. Te escucha y sabe lo que sientes.
Reina
y su esposo han sembrado y recogerán en su hijo una excepcional cosecha.
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ReplyDeleteTu escrito me trae a colación la diaspora que está ocurriendo hoy en Venezuela, ya llega a nuestros oídos historias de dolor, alegria, éxitos, xenofobia y discriminacion, habrá historias interesante que contar y los investigadores, periodistas y escritores tendrán bastante material ello!!!!
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