UN LUGAR
RODEADO POR AGUA
Tres
días completos con sus noches, escondidos entre Cayos Dromedarios. Allí
llegaban mi primo Francis y Manolo en una pequeña balandra a remos a llevarnos
a escondidas los chicharrones, pan, agua y hasta hielo. Esperábamos el mejor
momento.
Llegamos allí luego de navegar los
treinta y dos kilómetros por río desde Sagua la Grande, hasta el puerto de
Isabela de Sagua y ya sé que estás pensando en cómo lo hicimos, es que teníamos
licencia de pesca, y por ello nos escondimos en el Cayo, porque la licencia tan
solo duraba setenta y dos horas.
En
Isabela de Sagua habían tres ingenios: el Central Resulta, el Santa Teresa y el
Corazón de Jesús y como sabes es el segundo rio más grande y navegable de toda
Cuba, ¿te acuerdas que te lo conté?
El
motor era bueno y fue una adaptación que hicimos de un viejo motor Checo que
estaba en pedazos en los talleres de ferrocarriles y tenía 38 caballos de
fuerza, porque había ferrocarril para sacar la azúcar y lo hicimos fuerte, la
roda era de un roble del monte y era una vieja patana de la época de Hemingway
que estaba abandonada y la fuimos reconstruyendo en algo así como tres meses en
la casa de la vieja Mary, que tenía su solar en la calle 24 de Febrero con la
salida Delta, tu no conoces de que te hablo, pero algún día te llevaré.
Hijo,
Sagua fue fundada en 1812 y establecida como Municipalidad en 1842, pero con
todo y eso vivíamos allí apenas 56.000 personas en 661 Km cuadrados. Era
bonito, pero lo que más me gustaba era “El casino español” pero a lo que vamos:
nuestro barco lo reconstruimos con unos planos del Señor Mena que era maestro
carpintero y salir del río no fue problema porque yo lo conocía bien, la cosa
se puso fea en el mar, porque teníamos que salir hacia las Bahamas, o sea con
rumbo al Noreste, no directamente hacia Miami, porque había un radar Boca de
Sagua y nos fuimos con una brújula que alguien se robó y que se la vendió a
Mateo, una brújula rusa de esas que usan los soldados y con un mapa que ese si
me lo robé yo, creo que del Instituto Pérez Pimentel o del SEPMI que era una
escuela de preparación militar, ¡no me acuerdo!. Estoy hablándote del ano del
huracán Andrews por allá en 1992 y te digo lo del huracán porque la ignorancia
a veces es audaz, nosotros no teníamos ni la más peregrina idea que el huracán venía.
Pues
bien, como te dije, salimos del escondite al tercer día, ya no podíamos esperar
más y nos hicimos a la mar once personas: 3 niñas, 3 mujeres y 5 hombres y yo
no conocía a tu mamá, tenía más o menos tu edad ahora y ten cuidado porque la
juventud también es audaz.
Te
cuento que tardamos veintiocho horas en llegar y ahora con mi amigo el Capitán
pude calcular de acuerdo a la velocidad y el tiempo, que navegamos 240 millas náuticas
a ocho infernales nudos de velocidad. Las olas más grandes que jamás vi me
tapaban el horizonte, sobre todo lo que me impresionó era la longitud de la
onda, nuestra barcaza quedaba en un hoyo profundo o estaba de repente sobre una
montaña, el olor del combustible diésel con vómito nunca lo podré olvidar y
aguantamos y rezaba para que aparecieran los “Hermanos al Rescate” pero no, no
fue así, hasta el amanecer cuando vimos tierra, bellos edificios, parecía un
puerto y lo era, estábamos a un kilómetro de Fisher Island cuando los
Guardacostas americanos nos rescataron.
Fue
una mala noche por toda la buena vida, aquí hice familia, naciste tú y con
suerte seré abuelo, hemos prosperado, pero ¿sabes qué? El mar se me quedo
adentro.
Por
cierto hijo, nunca olvides que la palabra Sagua es un vocablo indígena de la
cuarta migración de los Tainos del siglo VI de acuerdo al conocido naturalista
cubano Antonio Núñez Jiménez y que traduce al español: “UN LUGAR RODEADO POR
AGUA”
Nos
salvamos hijo, porque a los días llegó el Huracán catalogado como el mayor
destructor de la historia, pero yo no le tuve miedo, porque el comunismo te
quita tantas cosas, que hasta el miedo se queda con ellos.
que relato tan bonito, instructivo.....que dios os bendiga...
ReplyDeleteMuy bello el relato y excelentemente hilado. Saludos
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