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Saturday, October 1, 2016

LA TIERRA DEL ENEMIGO


LA TIERRA DEL ENEMIGO

         El policía que era un hombrón como de dos metros, (tu sabes que en Cuba la cosa es por metros), nos dijo. Siéntense en fila allí en la arena, mientras llegan los refuerzos y yo le pregunté: ¿y Usted es cubano? Y me respondió secamente, no, yo soy americano y no hay más preguntas por favor.

         Pero ese apellido González no es americano, Señor.

         Mis padres son cubanos.

         Abuelo: ¿y en que ano fue eso?

         Mijo: eran los años setenta, tu papá ni siquiera había nacido, porque él nació aquí como el Oficial González. Imagínate que todavía no había llegado el período especial y ya estábamos pasando trabajo. Mi mamá nunca supo cuando me tiré al mar, porque eso la hubiese matado.

         ¿Y cuéntame abuelo, de donde salieron?

         ¿Tú has escuchado de un puerto de mar que se hizo famoso porque allí pescaron al tiburón blanco más grande del mundo?, se llama Cojímar.

         Pero abuelo, yo he escuchado de Cojímar porque allí vivió Ernest Hemingway.

         Tienes razón y tuvo su famoso barco llamado Pilar, como tu abuela, que en paz descanse y te digo más: muchas personas aseguran que fue el sitio que lo inspiró para hacer su novela “El viejo y el mar”, ¿la leíste?

Pero bueno hijo, lanzamos la balsa que la teníamos tapada por allí cerquita en un solar, era la madrugada, imagino que entre las tres y las cuatro, porque no tenía reloj y nos fuimos seis, de los cuales yo soy el único que aún vive y fueron nueve largos días, y no comimos nada en los últimos dos. Lo más fuerte era achicar la balsa, que a la vez, por lo vieja, ha debido ser de la época de Hemingway. Realmente era una barcaza, que reparamos durante cuatro meses de noche y tu bisabuela alarmada porque pensaba que yo andaba emparrandado con unas locas vecinas que tenían fama de muy putas.

Llegamos a Isla Morada, ¿recuerdas ese paseo donde nos llevó tu Papá?, pues, allí fuimos porque yo quería volver a ver la playa donde llegamos, pero realmente no fue así, porque la barcaza se varó como a 300 metros, allí la abandonamos y llegamos a tierra a pie, pero lo que me detuvo fue que pensé que ese restaurant era algo del Gobierno, porque tenía una bandera americana. ¡Aquí ponen banderas en todas partes! Y yo era un muchachón como tú, unos veinte años me adornaba la libertad, pero con ese adoctrinamiento toda tu vida, cuando llegas a Miami y ves la bandera, lo primero que piensas es que llegaste a tierra enemiga y algo se revuelve, algo te golpea, hasta que todos te sonríen en la playa, te abrazan sin importar que estas hediondo a sudor, vómito y sol y te felicitan, te dicen ¡bienvenido a la libertad! Y allí entiendes que la tierra enemiga es la otra.

Me imagino que el oficial González ya murió, porque era mayor que yo y tú, mi nieto querido, eres un cubano americano como él.

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