EL HURACÁN
ESTÁ A BORDO
Ya
teníamos varios anos a bordo de las Fragatas. Muchas manos diestras y sabias de
Comandantes, marineros a toda prueba, habían endurecido la epidermis y aclarado
la pupila. Poseíamos nuestra propia cultura organizacional, éramos un equipo,
probado en múltiples operaciones navales, los pilotos de la Aviación Naval,
solicitaban embarcarse en nuestro bordo, teníamos también el mejor ambiente
laboral, seguridad de las capacidades, confianza y autoestima, orgullo en lo
personal sentía de pertenecer a esas cubiertas, a esa bandera, a esa cálida
familia, pero como nada es perfecto, tuvimos que darle vacaciones a nuestro
jefe de operaciones en uno de aquellos pocos recesos en el trabajo, pues bien
se fue, nosotros, su equipo, lo primero que nos dijimos fue: “no debe notarse
que el jefe está ausente, ¿ok?”
El
Comando de la Escuadra nos regía. Los ejercicios en puerto nos hacían más diestros
y hasta llegaron a ser divertidos para mí. Muchas veces, nos quedábamos a bordo
y solicitábamos participar.
Ejercicios
de maniobras de superficie, de Guerra Antiaérea, de Guerra Electrónica, de
procedimientos de comunicaciones, en fin, ejercicios que ocupaban todo el
espectro moderno de la guerra, todo el concepto de aquellos años felices y
profesionales, pero tenía que llegar aquella tormenta.
Nos
reunimos y tanto el oficial navegador como yo (jefe del Departamento de
Comunicaciones), teníamos el pacto de que no se sintiera la ausencia de nuestro
Jefe de Operaciones, pero al no ser la vida perfecta, nuestro Comandante
solicitó a un oficial muy antipático en comisión de servicio y zarpamos.
Ahora
mismo, con la inminente venida del Huracán Matheus a la Florida, comentaba a un vecino que hubiese preferido
estar en la mar, porque allí al menos puedes cortar la cinemática del monstruo,
hacer el cálculo del punto de máximo alejamiento o tal vez como lo hicimos con
aquella Tormenta Tropical Brett, entrarle a las entrañas a mentarle la madre, a
desafiarlo y a sentir el torrente adrenalínico correrte por las venas.
Si,
mis amigos, creo que se me nota, un Huracán para mí es un desafío que mi promoción
sintió empezando la carrera en la Escuela Naval cuando fuimos en crucero de instrucción
a la Isla de Santa Lucía por allá en 1981 a bordo de un viejo buque de
transporte llamado Amazonas T-51 y que casi nos mata por habernos quedado en
puerto.
El
Oficial en comisión se equivocó, intentó cambiar nuestros procederes, nuestra camaradería,
nuestra organización operativa. Era un tipo antipático, creo que mala persona
en aquellos tiempos, no era audaz ni gran conocedor de la mar, levantaba la voz
con frecuencia ante cualquier pequeña cosa y lo peor, yo le entregaba guardia
en el puente de mando cada ocho horas.
Navegábamos
con rumbo Sudeste, mientras el Huracán lo hacía Nordeste, una buena manera de
protegernos y pasarle por detrás y en aquella madrugada llegó arrogante como
era, le di todas las características de funcionamiento de las maquinas, el
parte de agua y combustible, el libro de órdenes del Comandante, velocidad y
rumbo, mientras mi grupo de guardia lo observaba reticente y en silencio, hasta
que me pregunto: ¿Bernardo y donde está el Huracán? Y les juro que no quise
hacer un chiste, pero tan solo le contesté: “! El Huracán está a bordo!” y
todos rieron, menos él.
Jajajajajaj buena esa
ReplyDeleteAsí son, se creen la última Pepsi Cola del desierto y lo que hacen es el ridículo. Y son mas de los que creemos que habían. Saludos colega.
ReplyDelete😂😂😂😂
ReplyDelete😂😂😂😂
ReplyDeleteFuturo capitán Keeg!!!!!!!!!!!!!!!!!Menos mal que fueron los menos.
ReplyDeleteExcelente!!!!!!!!!!!!!
Mordaz!
ReplyDeleteMordaz!
ReplyDeletesimpatico...me gustò...el huracan esta siempre donde menos los mentirologos lo situan..saludos Jr..
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