MULTIPLICADO
POR CERO.
Se
me aproximaba con esa sonrisa de advertencia que bien conozco y que con
frecuencia ponen los tontos (que son muchos), para sacarnos de dudas. El saludo
baboso y lisonjero, me aseguró que el encuentro no sería gratuito y producto de
la buena educación. Me pregunté en que parte estaría mi pistola Browning de 9
mm de Gran Potencia, mientras el individuo mantenía su sonrisa, arguyendo
tantas pero tantas tonterías, que las personas que me conocen y que estaban en
el evento, mis amigos verdaderos, cercanos, no hallaban como rescatarme, porque
bien saben por boca mía, que le temo a esos ignorantes con vocación de cultura,
son peligrosísimos, explosivos y arbitrarios dictadores que sostendrán sus teorías
como puntos de honor, porque es lo único que tienen.
El
jóven me informaba que debería leer a tal o cual autor, perfectos desconocidos,
me aseguraba que no estaba de acuerdo conmigo y con mis escritos, cosa que yo
acepto absolutamente y que me parece muy bien, toda vez que al no estar de
acuerdo es porque me ha leído, criticaba abiertamente a otros autores muy
respetables, pero yo comprendo que es esa una manera de mostrarme sus niveles
de medición. Pues bien, llegó mi momento y mientras pensaba que la más rápida manera
de terminar con este amargo y absurdo encuentro seria introducir con mi mano
derecha el bolígrafo que yacía en el bolsillo izquierdo de mi camisa, en el
medio de su garganta, le pregunte: ¿y sus libros puedo encontrarlos en Amazon?
La
pregunta melló su ánimo didáctico hacia mí y enhiesto, me contestó con cierta
pena, que él no es escritor y que por lo tanto nunca ha escrito un libro.
Terminó de embarrarla cuando me dice que es ese un oficio para aburridos,
mientras seguía sosteniendo la sonrisa y que para él sería fácil escribir.
Le
contesté con gravedad. Este oficio es tan complejo y a la vez tan severo que ha
cambiado rumbos en la conducta humana como ningún otro. Ser escritor implica
ser un gran lector, implica ser una suerte de vago disciplinado o como mejor lo
dijera el gran músico y buen amigo Vinicio Ludovick, es ser una suerte de
malandro ilustrado, que vive en el planeta de su mente, que entiende que una
rosa en el jardín, está regida por la sucesión matemática de Fibonacci o que lo
más seguro es que Fibonacci esté regido por la rosa.
Un
escritor debe alimentarse de grandes autores, divertirse con ellos, vivir otra
vida mientras escribe para que personas que jamás lo han hecho le critiquen sin
tener la valentía de poner sus críticas en blanco y negro.
Debes
dormir con Isabel Allende, despertarte con Borges, conversar con Hemingway y
llamar por teléfono a Vargas Llosa o Montaner, pensar en el Gabo mientras
disfrutas de la profundidad del humor de Benedetti o de Andrés Eloy Blanco,
casando sus pensamientos con Víctor Hugo y Balzac. Leer el “Oficio por dentro”,
regodearte en la malicia de Maquiavelo y en la maldad de Sade, entendiendo la
naturaleza humana con Morris West y seguramente con José Ingenieros en su “Hombre
mediocre”
A
este tipo de lambarero, lo mejor es multiplicarlo por cero y me retiré, porque
con los anos tengo menos paciencia y el tiempo de mi vida, lo mido por sonrisas
y no por minutos.
Con la estupidez humana has topado amigo Sancho
ReplyDeletejejejeje ÁCIDO!!!!...
ReplyDeletela MAN-PE-CGA-0014, se la meterías por 48 ó 72, pero en vez de recluirlo al camarote, lo mandas a reposar en la sentina de la gambuza??? para que alimente pensamientos sensatos aunque sea con el olfato por CONGRIO!!!
Es de mala educación hablar con la boca llena, pero es peor hablar con la cabeza vacía...
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