HAGANSE LOS
MUERTOS
Desde
estas playas, no puedo menos que pedir disculpas, porque mis parámetros de
medida están absolutamente distorsionados. ¡Lo reconozco!
Participé
como cualquier ciudadano en la celebración de la independencia Norteamericana
el día anterior y hoy preparándome para la televisión de mañana, escruto las
noticias, veo los videos más resaltantes, leo la prensa mundial en esta aldea
global que nos arropa y me tropecé con la mayor y más grotesca escena que
aseguro jamás he visto.
Un
pobre infeliz disfrazado de algo informe, indeterminado y chusco, que parecía más
un payaso loco y perturbado que un General de un Ejército, montado en un tanque
de la Infantería de Marina, rodeado de otros payasos con caras de matones, se
lanzó un discurso que de acuerdo al video fue de dieciséis largos y lisonjeros
minutos de oprobio, de genuflexión, de rastrera y ridícula burla a lo que para mí
debe ser un oficial profesional y pido disculpas, porque mis parámetros de
medida distan toesas al no poder evitar la comparación de la
sentida y sobria celebración norteamericana, con respecto a la comicidad de la
venezolana.
La
proclama aludía al legado y las epopeyas del difunto (ustedes saben quién es),
a su inteligencia, a su liderazgo y a la traición de algunos y las ganas de
otros. Entre los próceres también se cuenta, entre los héroes encabeza la lista,
la Patria no sería nada sin él y la verdad es que no seguiré para no enturbiar
la ingesta del escocés que ahora baja mi tensión arterial ante la rabia y
seguramente la ira que produce la desfachatez y la hipocresía.
Yo
puedo entender que algunos se acomoden, entiendo igualmente que otros sean
tontos y rastreros, son métodos que dan algunos resultados cuando la auto
estima escasea, pero cuando en público nos sacan de la duda es como mucho para
mi estómago.
Lo
lamento profundamente porque yo formé en esas filas que sedujeron mi vocación cuando
existía la democracia y el honor militar también era una suerte de joya que
todos pulíamos con nuestras acciones y procederes, pero repito ¡esto ha sido
demasiado para mí!
Desde
un punto de vista católico considero que lo prudente es guardar silencio ante
cualquier error humano cometido por algún finado, por cuanto el pobre no podrá
defenderse de la crítica. Por ello, si algo debemos decir de alguien fallecido
que sea en términos positivos, de allí mi mejor recomendación a estos
dirigentes militares o tal vez políticos (tengo severas dudas) es que no podrán
detener la avalancha ante la ridiculez y la soberbia absurda que les delata
cuando se subordinan a un tonto como Maduro para complacer a un muerto como Chávez.
Si
desean que el pueblo venezolano les honre como antes mi más sana recomendación es
que se hagan los muertos y así no hablaremos mal nunca más de ustedes y ¡todos seremos muy felices!
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