¡TIENES QUE IR A DISNEY WORLD!
Era
un Coronel Del Ejército muy recio, pero también excelente profesor. La materia
que nos impartía era Estrategia y se paseaba con cierto y divertido
histrionismo, por detalles inéditos y con suma facilidad por la vida de George Patton,
la de Douglas Mac Arthur, Napoleón Bonaparte, Sun Tzu y otros.
Le
llamé para pedir su ayuda en un trabajo que me había asignado y me citó a su
oficina en el Ministerio de la Defensa.
Al
llegar ya no estaba la secretaria, eran pasadas las seis de la tarde. Toqué a
la puerta con cierta timidez y se escuchó su afable voz, que me conminaba a
pasar.
Para
mi sorpresa allí estaba él con una franela de Mickey Mouse y pantalones cortos
de hacer deporte. La excéntrica y hasta femenina oficina estaba llena de
motivos de Disney. Bombas de helio que flotaban en el aire, vasos llenos de
lápices de Pluto y Mickey, una estatua de unos veinte centímetros que me
recibía sobre su escritorio atiborrado de papeles y documentos, fotos en la
pared con los mismos motivos y en un sombrerero donde reposaba su gorra, también
estaba esa suerte de orejas de Mickey que alguna vez compramos cuando éramos niños.
Él
había tenido experiencia de combate durante los nefastos tiempos de lucha
contra la guerrilla Castro-comunista de finales de los sesenta y se sentía
particularmente orgulloso de ello y a nosotros sus alumnos nos inspiraban sus
historias, pero esto (su oficina) no coincidía con su profesional actitud.
El
Coronel: ya se lo que estás pensando y te lo voy a explicar, aunque a esta edad
no doy explicaciones, pero creo que tú te lo mereces: yo siempre llegaba a mis
cuarteles primero que nadie, en la madrugada y me iba después de todos, casi a
media noche, así pasaron los años y me creía muy eficiente y el mejor y más
abnegado oficial de todo el Ejercito. Me fui poniendo viejo, pero seguía
entrenando como un jóven y vino el infarto. En la terapia intensiva, mi cuñado
llegó con una bomba llena de helio con
la cara de Mickey Mouse y me dijo: “cuando estés listo, te llevaré a Disney
World, tu problema no es el corazón, tu problema es que nunca vez a Mickey” yo
no le entendía, en aquella cama penetrado de tubos por casi todos mis
orificios, hasta que me llevó y me dió la más grande lección.
Ahora
mi querido alumno, sigo trabajando con intensidad, sigo en el Ejercito como ha
pasado en los últimos treinta y tantos años, pero no pasa un solo día, sin que
rompa la rutina, sin que me ponga los zapatos de goma, ya no para correr, sino
para salir a ver las flores, oler los prados de Caracas escuchar el trinar de
los pájaros o pensar con tranquilidad alejado de la burocracia del Ministerio.
No
esperes a que te dé el infarto para que aprendas que debes ir al Disney World
de tu mente para que ¡aprendas a vivir!
El Cementerio de la Defensa aloja en sus criptas a un valioso grupo de nobles y abnegados oficiales inteligentes y trabajadores; por tanto, según la clasificación coincidente en palabras más o palabras menos, de Hitler, Bolívar y otros pensadores militares, buenos para Estado Mayor. La parte de Comando está reservada para los Inteligentes flojos, quienes para poder comandar con éxito, se hacen rodear de inteligentes trabajadores, vivos o activos al 100% en sus fuerzas, o los casi jubilados, quienes hibernan en sus criptas. Los brutos flojos, pueden ir en cualquier parte; pero, los terribles son los brutos trabajadores, los cuales quieren trabajar pero no y tienen conque, y por eso entorpecen, torpedean, interrumpen o molestan la labor creativa de la combinación de los anteriores, por lo que no deben ir en ninguna parte. Ah... Los inteligentes trabajadores, estén comandando o no (porque tienen capacidad y méritos para merecer algún comando) son los que suelen necesitar tu recomendación…deben ir a ver a Mickey.
ReplyDeleteExcelente!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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