LA MUERTE PARA
DESCANSAR
Ella
ya no tiene dudas. Solo hace un ruido gutural, cuando me ve antes del amanecer,
estirando mis huesos sentado a la orilla de la cama, mientras murmuro algo que
aprendí en la película “El Cambio” de Wayne Dyer. Gracias, gracias, gracias.
Creo que lo digo tres veces por aquello de la Santísima Trinidad, creo que
agradezco un nuevo día que no sé si será el último, ¡pero este, el de hoy, es
todo mío! Y haré con él lo que me venga en gana, excepto perder el tiempo
durmiendo.
Como
si se tratara de una silla de eyección de un avión de combate, me dispara de la
cama antes de la hora en que me levantaban contra mi voluntad en la Escuela
Naval y a diario me comento: “estos tiempos si han cambiado “no sé porque lo hago,
esa pulsión incontenible de disfrutar haciendo.
Mi
Padre alguna vez me dijo: “estas compitiendo contra tu sombra y nunca ganarás”
y yo lo comprendo porque él era peor que yo. Escribía, bailaba, fue un
relacionista público a tiempo completo, el hambre lo levantaba como a mí, el desayuno
era su más importante comida del día, las otras comidas eran subalternas,
porque algo estaba haciendo.
Ayer
la bolsa de valores estaba flecha abajo, había alarmas en el mundo financiero,
tensión en Wall Street. Los griegos están al borde del acantilado, el Euro ha
bajado con respecto al dólar y Ángela Merckel no piensa seguir subsidiando la
lenidad griega. En la bolsa de valores no se pierde dinero, solo el (el dinero)
cambia de manos y fue una excelente oportunidad de comprar.
Mis
socios y yo enganchados como siempre en las estrategias y planes, llamadas,
textos, emails, redacciones que procuran acciones y de repente me puse mis muy
usados zapatos y como si se tratara de un monstruo que me comería salí a correr, para luego nadar en
el triatlón de esta vida grata que me tocó vivir.
Ella
llegó exhausta de su trabajo, pero era noche de viernes, el preludio del fin de
semana y de repente me sentí muy cansado y no sabía porque, hasta que entré en
cuenta que tan solo había dormido en las últimas 24 horas cinco de ellas, pero
el teatro nos espera, la ópera, un bar donde podamos enredarnos con los
efluvios del licor, pero decidimos quedarnos en casa y pedir la cena a
Spagettino, mientras una copa de vino despertaba la lujuria.
Sólo
háganse la pregunta: ¿Cuánto tiempo tengo de vida?
Les
tengo malas noticias: las personas de mi generación tenemos mas pasado que
futuro y las estadísticas no fallan, son fácticas, crueles y la vida es el
único sitio de donde nunca podremos irnos sin pagar la cuenta de lo vivido, de
manera que la muerte nos da la ventaja de vivir y como todo, es una elección personal
hacerlo con la intensidad de la medida del tiempo.
Leo
hasta que las líneas de los libros se confunden en el limbo del sueño, me
ejercito como si las olimpiadas me esperaran mañana, amo como San Agustín, rezo
por la humanidad toda, porque al final, ¿saben
qué?, YA TENDREMOS LA MUERTE PARA DESCANSAR. ¡Celebren la vida!
¡¡¡Excelente!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ReplyDeleteBello y cierto hermano.