EL PEOR DÍA DE GOLF
Siempre
temprano en la mañana para no perdernos el amanecer y de alguna manera
inexplicable, meditar caminando el campo, mientras conversamos, tomamos el café
del club, estiramos el antiguo cuerpo y pensamos que hoy si será el mejor día,
que nuestro entrenamiento surtirá el efecto que por años hemos buscado, pero
mas pronto que tarde nos enfrentaremos a la realidad y notaremos el desfalco,
la mella que en nosotros ha hecho la enfermedad de la modernidad, el stress.
Argüimos,
que nos falta el calentamiento y los benignos amigos, a sabiendas que ellos
serán las próximas víctimas de ellos mismos y que el ridículo se aproxima con
su turno a la salida, amablemente afirman que la calistenia es la culpable.
El
contacto con la pelota, ese sonido que nos indica que no le dimos bien, junto a
una exclamación unánime, otro que asegura que en el lamentable sitio donde la
física y la mala mecánica la envió, es todavía jugable de acuerdo a una vieja
regla que tan solo conoce él y que trajo de un viaje del San Andrews Golf Club
y todos asienten afirmativamente.
Los
desastres son comunes, variopintos, detestables. Fue el viento cruzado, la
grama está aún mojada o puse el tee muy bajo, levanté la vista y perdí el stand,
¿Qué importa?
Siguen
caminando, aproximándose a esos inefables cuarenta y cinco punto tres gramos de
maltrato al ego, que constituyen la pelota de golf, para volver a impactarla y
de manera automática, fisiológica y psicológica, la autoestima sufre de una
amputación y ya no hablamos tanto, tan solo tratamos sin éxito de enfocarnos,
sudamos pero hace frio, los lentes de sol se enturbian con esa gota que resbaló
sin autorización por la frente, pero seguimos y en la mente, en el silencio del
frustrado, nos arrepentimos de ser tan malos y de haber perdido el dinero que
costó pisar la impecable grama que nos cobra cada paso, cada respiro y cada
golpe, donde mas nos duele…LA AUTOESTIMA.
Conozco
a un sabio jugador de golf, que por aquí le llaman como al conquistador, CESAR,
que asegura, luego de la triste realidad narrada anteriormente, algo que nadie
puede refutar, estando en su sano juicio. “El peor día de golf, siempre será
mejor, que el mejor día de la oficina”.
Creo
que todos los jugadores de este ancestral deporte, poseemos un problema mental,
tal vez siendo un juego, podría formar parte de la ludopatía, esa enfermedad
común en los casinos y los juegos de azar que enferma al paciente, le atropella
y obnubila hasta perder el sentido de la realidad, porque hombres y mujeres
maduros e inteligentes, siguen reuniéndose luego del round a contar los
nefastos números de sus atrevimientos y su poco talento.
Jugar
al golf es una terapia, encantadora por lo demás, que solo maltrata a los poco
humildes y arrogantes, porque también en la vida, la actitud, el buen humor, la
práctica y la técnica, estarán siempre casadas con la disciplina y la voluntad
de mejorar.
Aprendí en Inglaterra y conservo medio equipo y su bolso y algunos aditamentos . Tengo 1, 2 y 3 en Woods / 3, 5, 7, y 9 en Iron y un putear. No los veo desde hace tiempo. La ultima vez jugué en Washington DC en el Fort Les ley Mc Na ir. Cuando era Asesor al IADC y programaron una competencia relámpago de 9 hoyos. Qué dé de segundo con 40 golpes.Recuerdo algo que aprendí en Inglaterra. Si quieres llegar mas lejos con el drive no le des más fuerte dale mejor. No importa si haces 120 golpes en 18 hoyos. Lo único que recordarás será ese único drive que te salió directo y lejos y cayó en el fairway. Los demás 119 no importan.
ReplyDeleteUn putter.
ReplyDeleteDime cuando es el tee time y arranca, por cierto yo juego con ese grupo de la foto los sabados en Woodlands C.C. Saludos mi capi !!!!!
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