LOS CINCO MINUTOS DE FAMA

LOS CINCO MINUTOS DE FAMA

Hoy hablé con Alberto y entre otras cosas pregunté por los destinos desconocidos de mis companeros de armas, aquellas amistades llenas de anecdotas y carino cuasi infantil, aquellos egoismos de otros, que se discriminaron temprano en la carrera y que fueron capaces de sobrevivir en el caldo de cultivo corrupto y nauseabundo del chavismo.
Sebastián de Vauvan, fue un ingeniero militar de la corte de Luis XIV, que ha perdurado en la memoria de nosotros los militares por siglos, en virtud de haber inventado el sistema de trincheras paralelas, que dió excelentes resultados a las ambiciones expansionistas y guerreras de su Senor y fué tan visionario, que las fortificaciones francesas, no pudieron ser invadidas sino hasta ciento cincuenta anos después de su muerte.
Gustav Eiffel, quien vivió entre 1832 al 1923, diseno lo que para la época de crecimiento artístico francés era una torre realmente fea que distorsionaba sobremanera el paisaje. De trescientos metros de altura y de nada mas y nada menos que setecientas toneladas de peso, tuvieron que cavar sus bases tan profundo que llegaron a la roca, muy por debajo del nivel freático de la ciudad.
Los militares en Venezuela se gradúan en el mes de Julio y se retiran al cumplir treinta anos en el mismo més, pues bien, Eiffel comenzó la construcción el primero de Julio de 1887 y la terminó veintidos meses después usando tan solo a trescientos herreros.
Nuestro país , Venezuela, es tan noble, que el TERMINATOR LATINO, ha utilizado para este momento, 144 meses para destruirlo, 122 meses mas que Eiffel y aún le falta un poquito, pero dentro de la empresa se encuentran dispuestos a ayudar algo así como ciento cincuenta mil, hombres en armas, entre los cuales contamos a mis companeros, que actualmente ocupan los mas altos cargos dentro de la Armada. Yo los conozco muy bien. Sé, de sus virtudes que son las mas de sus características y entiendo sus miedos, por aquello del fenómeno psicológico llamado “la quema del ideal”, pero es que no han entendido que el Almirantazgo no es la panacea del éxito. Yo me crié entre Almirantes y muchos son infelices y no saben vivir sin el uniforme. Otros, deciden no vivir y se aislan, porque caminan hacia adelante pero viendo hacia el pasado, rememorando las epopeyas que no son tales, recordando las condecoraciones, que no tienen mérito operativo o de combate real, pero que adornaron por buen tiempo a ese enemigo que es el ego.
Mis companeros Almirantes me niegan, como si de una enfermedad contagiosamente telefónica se tratara…y yo los entiendo, porque ellos son los primeros investigados, mientras le duren estos cinco minutos de fama en los que entregaron su honor, para retirarse a los cincuenta y tantos a un mercado laboral hostíl, que no los aceptará, porque no existe y su poder situacional, se acabó, por mandato del tiempo de servicio y de Chavez quién dirige sus destinos y el de su familia, dirige sus conductas corruptas y acomodaticias y por ahora niegan amistades inconvenientes como la mía, hasta que nos encontremos en las trincheras paralelas de Sabastián de Vauvan y yo los reciba con mis brazos abiertos.