EL NUEVO NOMBRE DE LA ENVIDIA
Es
una remora esta, es un parásito que come carne y mentes hasta consumir
sociedades.
Estuve
en un evento sobre poesía, donde la moderadora argüía con inusitada frecuencia
que la poesía de las mujeres venezolanas ahora se estaba escuchando. Que la poesía
de las mujeres venezolanas ahora era más leída, que ahora tenían un sitial, que
ahora las mujeres venezolanas y ya no aguanté.
Seguramente
después de este escrito me voltearán los ojos, me harán un ‘’fo’’ o no me
invitarán nunca más y yo estaré de acuerdo con las tres anteriores y me paré y
tomé el micrófono y puse cara de pendejo para informar a toda la audiencia que yo
soy un hombre absolutamente feminista, porque me gustan las mujeres, las cuido,
las protejo, les doy empleo, pero no por mujeres sino por capaces.
Recuerdo
cuando una amiga me dijo contenta, que
la vicepresidente de los Estados Unidos sería Kamala Harris porque era mujer y
negra y volví a poner la misma cara para preguntar: ¿y nadie ha chequeado si
además de mujer negra, es capaz? Y me temo que a esta altura del gobierno de
Biden esa respuesta ya está contestada con la ausencia que solo da el silencio.
Seguí
hablando y le dije a todos, que no hay poesía femenina, gay, blanca, alta o
baja, solo hay buena poesía o la susceptible de ser botada a la basura, agregué,
que no me interesa si Neruda era chileno, me bastaba con saber que era Neruda,
que un ucraniano de nombre Joseph Conrad cambió la manera de la literatura británica,
que no es poca cosa y no me interesa si era ucraniano y varón, si usaba bigotes
o estaba en el movimiento contra el bigote, solo me interesa que era Conrad y
su infinita fineza descriptiva y narrativa.
Que
ahora las mujeres poetas venezolanas sean más leídas me parece absolutamente
natural, también las peruanas, argentinas, colombianas, uruguayas y de otros países
son más leídas, porque estamos en la bella época de la popularización de la
literatura, cualquiera de los géneros que esta sea y bien sabemos que nos
pueden comprar nuestras obras online en Burundi o en Zanzíbar al sureste del África,
porque en Madrid sería casi natural, de manera que nada tiene que ver que sean
mujeres ni tampoco venezolanas.
Todo
esto ocurre porque está de moda buscar el tercer escalón del ego, ‘’nosotros
los venezolanos o nosotras las mujeres’’ muy a la sazón de incluir en el mismo
signo zodiacal a un asesino o una persona decente como usted y como Capricornio,
supuestamente actuará de tal o cual manera, no mis queridos lectores, no se
parezcan a nadie, porque el sexo y la nacionalidad no les va a dar talento y formación
académica para abordar el bello oficio de escribir. Eso
es un fallido intento de igualdad, en este caso sexual y social, eso es el
resentimiento que se traduce en el aval moral de la envidia.
La
igualdad social, gracias a Dios, no existe, pero es el nuevo nombre de la envidia.
juradopublishing@yahoo.com
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