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Monday, March 2, 2020

ENTRE EL BIEN Y EL MAR


ENTRE EL BIEN Y EL MAR

Ya vengo le dije. Ella sabe bien a donde voy.

Me puse un cuello de tortuga negro y bajé a la orilla de la mar, aquí en la Isla. Es un gran privilegio que tengo desde que decidí vivir aquí. La orilla queda a escasos dos metros de la salida de la piscina y ese olor que me transporta, ese olor a salitre de mis amores, de mis recuerdos, de mis años a bordo, que me hacen recordar, pero que despiertan en mí, ese apetito por el futuro.

Les digo un secreto: cada noche cuando voy al banco de la esperanza, del cual ya he hablado en este espacio y que le he llamado así por lo que considero lo más importante que escribió Cristóbal Colon: “La mar dará al hombre la esperanza, como los sueños al dormir” y que queda viendo hacia la bella bahía de Biscayne, pues agradezco, uso el secreto supremo de hacer un inventario minucioso de lo que ya tengo, ¡hasta lo más sencillo y evidente!, como podría ser respirar, sino pregúntenle a José Luis Rodríguez “El Puma”, que se siente; luego hago tan solo una decena de mi rosario y lo guindo en uno de los parales del banco. A la mañana siguiente, antes de irme a la oficina, paso por el banco y ¡sorpresa! Ya no está y yo espero que lo lleve quien realmente le haga buena falta, aunque no existen malas faltas, pero Ustedes me entienden este cantinfleo luminoso a esta avanzada hora de la noche.

Hoy hablaba con Yolanda y le pregunté cuánto dinero pensaba ganar este año y no sabía que responderme y usted amigo lector, ¿sabe cuánto dinero ganará este año, tiene un plan?, porque de no saberlo, tampoco el universo, la providencia o cualquier otra cosa a la que atribuirle su éxito o su pereza, tampoco lo sabrán, pero alto, recuerde que esto no es una acto de fe, sino una operación matemática. Más de uno ya estará pensando que es un problema de Dios y podemos pensar que si lo es, todo lo es, pero otra vez ¡alto!, así no funcionan las cosas y paso a explicárselo: los asesinos antes de eliminar a alguien se persignan y encomiendan, igualmente hacen los asaltantes de bancos y otros pillos, si, así actúan o peor aún como sucede en la economía venezolana donde el adiposo Maduro usa en sus escasas condiciones una frase aprendida como si fuera un coturno donde pueda pararse: “Dios proveerá”, no, no es así, no se provee de esa manera, sin un plan, sin un mínimo objetivo, sin una meta, pero podemos entenderlo, porque para el conductor de buses, la única situación es seguir avanzando con el inmenso vehículo hacia el abismo. Me temo que no podemos esperar más de él y su torcido modo de ver la vida, de manera que piense, hágase el propósito cierto de avanzar en lo que más le gusta, lo que más le subyuga y junto con la providencia trabaje hasta el cansancio para que pueda mantenerse, “entre el bien y en mi caso, la mar que es la fuente inmensa de mi inspiración”

 Bernardo Jurado es el autor de "Divinos, luego humanos" y ocho libros mas, todos a la venta en Amazon y las mas importantes librerías de Miami y el mundo.

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