EL
ESCONDITE DE LOS MEDIOCRES
Yo
creo que Oscar merece un premio, tal vez una estatua en tamaño natural en bronce,
o una escultura en mármol de carrara, porque tiene años no solo leyéndome sino
opinando con disciplina, cosa que aprecio sobremanera, aunque he decidido no
contestar porque se convertiría en un trabajo a tiempo completo y no suelo
discriminar, les leo a todos pero no le contesto a ninguno.
Ya
saben mi posición en contra de la igualdad, ya lo he escrito hasta la saciedad,
no quiero ser igual a nadie, porque simplemente es contranatura, tampoco quiero
comparar ni mis éxitos ni mis fracasos con nadie que no sea yo y aunque suene
un poco personalista, por decir lo menos, mi competencia, la más dura y férrea la
tengo conmigo, no con otros escritores quienes viven vidas y circunstancias
diferentes a las mías. Pero Oscar, mi querido y admirado Oscar Ibarra ha
comentado en un post que en referencia a la igualdad he puesto en las redes
sociales, la frase que adorna este título: “la igualdad es el escondite de los
mediocres”, ¡brillante y luminoso comentario!
Todos
los mediocres desean igualdad social, también laboral, igualdad intelectual y
ser de clase media, pues yo no, me sublevo contra eso y además ser de clase
media es ser medio de clase. Me temo que nunca sabré quien acuñó ese mote; “clase
media” como el otro: “tercera edad” como si los humanos requiriéramos de una identificación
que nos haga más o nos haga menos a los ojos de los demás, quienes no me
importan, porque si no, no podría escribir, pensando en el que dirán, pensando
en ser políticamente correcto, pensando en encajar en una sociedad que si me
descuido me comería sin siquiera espabilar, de manera que espero ser diferente
y le invito a usted a que también lo sea, porque en las diferencias están realmente
los gustos, en la amalgama de diferentes talentos, inteligencias,
comportamientos, podremos imbricar en una sociedad rica en ideas y en puntos de
vistas, porque cuando todos pensamos lo mismo, nadie piensa y si no me creen,
pues volteen la mirada a los países comunistas.
Observen
a los sindicatos por ejemplo: todos piden reivindicaciones, todos exigen
derechos, todos reclaman contratos colectivos y al ser colectivos todos están
cortados por la misma tijera de la igualdad, pues yo no y mas no, yo deseo en
cambio que se me pague más si mis resultados son mejores, también que mis
derechos sean discutidos y vayan en relación lineo funcional a mis deberes
y que está fuera de cualquier cosa
colectiva, como muy bien hubiese podido solicitarlo un reposero profesional
como Nicolás Maduro cuando trabajaba en el Metro de Caracas. Un individuo sin
currículum pero con un eximio prontuario policial.
Si,
la igualdad, mi querido Oscar, es ciertamente el escondite donde se guarecen
los mediocres, como todos los funcionarios del gobiernucho corrupto, ramplón y
rapaz de la actual Venezuela. Gracias por tus ideas y gracias por leerme, pero
sobre todo, gracias por tus siempre apropiadas opiniones.
Bernardo Jurado es el autor de “La fragancia de la rebelión” y ocho
libros más, todos a la venta en Amazon y las más prestigiosas librerías de
Miami y el mundo.
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