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Tuesday, December 11, 2018

UNA RUINA MORAL


UNA RUINA MORAL

            Tengo las manos destrozadas, me dijo después de la cena cuando me negué a fregar los platos, si, después de que preparé el pollo con vegetales, después  de descorchar las botellas de vino, porque fueron dos, después de preparar los cascos de guayaba con queso crema y además me dijo hoy, cuando fue a la peluquería que sus manos son una ruina moral y yo tan solo me pregunto: ¿entonces a que fue a la peluquería?

            La cena me quedo por decir lo menos excepcional, ¡si señor!, creo que el cocinero, o sea yo, se merece un gran beso, una consideración, un aplauso de pie como si estuviera en el concierto de Elton John y de alguna manera así fue, pero para mí nunca es suficiente.

            Me ha llamado otra vez Napoleón Bravo para preguntarme en su programa de radio, sobre los aviones rusos que han aterrizado en lo que queda de Maiquetía y tan solo le dije lo mismo que le he dicho a ella: “esa no es la pregunta”, me temo que la pregunta es sobre el tonto que regenta en mala y aburrida hora las relaciones internacionales, si, el tonto de Arreaza que considera que el Departamento de Estado se pasó al decir que es esta una abierta provocación, como hizo ella al no aceptar que fregaría los platos porque sus manos son una ruina moral, ¡una abierta provocación!

            Venezuela y el gobiernucho están en una verdadera ruina moral y no puedo menos que acordarme del bunker de Adolf Hitler cuando ya estaba cercado en Berlín al final de la guerra, todos fornicaban, cosa con la que estoy de acuerdo. Goebles asesinó a sus cinco hijos, todos se emborrachaban, bailaban como si nada pasara, como si la muerte no estuviese cerca, como si no fueran por ellos y me vuelvo a acordar de Arreaza, el príncipe consorte quien tuvo el reprobable desatino de tener sexo con una de las hijas de Chávez, porque se debe tener mal gusto o al menos un poco de ruina moral para intercambiar fluidos con alguna de ellas y me da pena escribir esto, porque también he tenido malos ratos en alguna oportunidad pero jamás malos gustos.

            Bajan de los aviones  extrañas cajas, me reporta el veterano periodista de mil, batallas, suben otras y Venezuela observa expectante, silente, absorta, como las ruinas del silencio dilapidan el futuro ya ni de sus hijos sino de sus nietos, estamos en el bunker, que hagan lo que quieran, ya nada asombra, los hombres honorables y de posiciones no andan por estas calles, sí, creo que ella, tiene razón, esta es una ruina moral, que debe terminar con el suicidio del jefe como pasó con Hitler o es que acaso piensan que ¿él no lo ha pensado?, no tiene salida, Salvador Allende le grita ante el acorralamiento, le dice al oído que sería una buena solución, Hitler le llama afirmándole lo mismo y él está dudoso de dar ese paso que le condenaría por siempre a purgar. Maduro vive, o tal vez muere una ruina moral.

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