LA DICTADURA
DEL ABSURDO
Dice
ella: que los orgasmos más escandalosos que ha tenido, incendiarios, plenos,
largos y sentidos, han sido con un hombre con cola de caballo, ¿Por qué no te
las dejas, Papi?
Me
parece tan sexy un hombre con un arete en el lóbulo de la oreja, que me encantaría
que te pusieras uno….!papi!
Tú
sabes que es importante para una mujer, que su pareja le haga de vez en cuando
una prueba de amor: ¿podrías hacerte un tatuaje en el brazo izquierdo, el brazo
del corazón, con mi nombre?
Y
luego los dejan porque a ellas les parecen muy femeninos para su gusto.
La
moda, “la dictadura del absurdo” es eso, una obligada manera, nada subliminal,
de intentar pertenecer a la manada, de ser aceptado por la también absurda
sociedad. Cualquier muchacho que no tenga hoy día un tatuaje, pues puede ser
tratado de conservador, de sumiso, de poco adaptado, de blandengue, de poco agresivo,
pues, malas noticias: de acuerdo a una encuesta que he leído hace algunos meses
atrás, de hombres de mi edad tatuados, el noventa por ciento de ellos están
arrepentidos y el otro diez por ciento infiero que sostienen la absurda posición,
tu sabes, para no develar la verdad que a todos duele en esa materia: ¡fue
producto de la inmadurez, para nada sirve, no es arte, es propio de presos y
putas, fue una noche de copas, o como el párrafo anterior, fue una prueba de
amor”, ¿Qué más da?
Cuando
vemos aquella lejana moda de los setenta y ochenta, hombres con zapatos de
plataforma, infiero que para verse más altos, o aquellos trajes con esa inmensa
solapa, pantalones de bota ancha, ahora todos reímos de ellos y damos gracias a
Dios de que esa moda era deleble, podías dejar de usarla, de hecho ya lo
hicimos y me incluyo, porque cuando veo aquella fotografía de mi fiesta de graduación
de bachiller en aquella Caracas mojigata, donde llevaba un traje blanco con las
características prenombradas, disfrazado de John Travolta en “Fiebre del sábado
por la noche” y veo a mis compañeros todos uniformados con el mismo atuendo, no
puedo menos que dar gracias a Dios de que pude quitarme el traje y ahora uso
otros, pero ¿y si fuera un tatuaje con el nombre de mi novia de bachillerato,
que ahora es una respetable abuela?
La
moda, con ella, con esa dictadura de la psiquis, se debe tener mucho cuidado.
No hace falta estar o ser adaptado a la manada porque no somos animales, o al
menos algunos no lo somos y no sé porque hablando de dictaduras y animales, me
acordé de Nicolás Maduro, esos desvíos del pensamiento no pasan a todos.
He
conseguido algo de Coco Channel, que me luce encantador y ajustado a lo que
digo: “Para ser irremplazable, uno debe ser diferente” de manera que la invitación
a los inmaduros, tengan la edad que tengan es que seamos diferentes y luchemos
con elegancia, contra la dictadura del absurdo, ¡la moda!
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