LA LONGITUD
DE LA FELICIDAD
Complejo
esto de que tan largo, que tan profundo,
que tan intenso, cuanto tiempo, eres feliz.
Es
una suerte de mensaje “difusius sui” o sea, contagioso y mal aprendido, porque
deseamos hacer esto o aquello para poder ser feliz. Debemos obtener más dinero
y cuando lo tengamos ¿seremos felices? O peor aún, buscamos a la pareja que a
nuestro viciado juicio sea la correcta. Pues malas noticias porque no es
cierto.
El
ser feliz –el ser- implica permanencia y la felicidad no es permanente a menos
que entiendas que está compuesta de momentos felices, que sumados podrían darnos
la sensación de eternidad, pero no. La felicidad es un estado tan individual
como ir al baño, tan individual como tus pensamientos o tan particular como tu ángulo
más oscuro.
Por
otro lado el estar felices, eso sí es correcto porque muestra el factor de
transitoriedad.
Es
un parpadeo, un orgasmo, un suspiro, tal vez sea el sentir de los pasos que
puedes reconocer inclusive con los ojos cerrados.
Y
ella podría preguntar: ¿y eso, como sabes que no tengo ropa interior? Y él podría
contestar, “pues por el tacto y por la experiencia” y ambos pueden reír o ella,
puede disgustarse, depende de cómo sea tomado; como un cumplido o como una
afrenta, pero de las dos, esa también es una decisión.
Hay
otras raras felicidades, por ejemplo, aquella que sientes cuando ya se ha ido y
te das cuenta de que no era felicidad, sino costumbre. Que no era felicidad
sino tortura, un monstruo corrosivo de tu buen cariño y amabilidad.
Déjenme
aterrizar: en el momento de ser dializado, por ejemplo, podríamos entender que
es para nuestro bien que se hace el antipático procedimiento para purificar
nuestra sangre, pero no es un momento feliz.
La
desaparición física de un ser querido, podríamos verla como un evento siniestro
y a la vez inevitable que nos asegura que de esta vida nadie sale vivo, pero
por otro lado sonreímos por los momentos felices que esa persona nos ha dado. A
mí me ha pasado en múltiples ocasiones.
Recuerdo
aquel momento en el sepelio de un muy querido amigo, me retiré hacia la urna
donde su cuerpo reposaba y recordé tantas y tantas risas, comidas, fiestas,
negocios exitosos y otros menos pero que la cuenta de la vida ante la muerte,
de alguna forma me reconfortaba ante su muy maluca enfermedad que le postró y
le infringió infelicidad, pero paradójicamente le veía y me veía con una
sonrisa de saber haber vivido a todo lo largo en que duró su paso amable por su
corta experiencia terrenal.
La
felicidad tendrá la longitud que solo tú desees y no más pero tampoco menos. Es
tu actitud y no las circunstancias las que te lo dirán, porque de esto se trata,
de amar, la cual es una decisión, esto se trata de reír, que es una actitud,
esto se trata de la sensación de sentirte feliz porque no tienes otro objetivo
en la vida que sea serlo, hasta la llegada de la muerte.
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