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Sunday, March 31, 2019

UN PACTO HONESTO CON LA SOLEDAD


UN PACTO HONESTO CON LA SOLEDAD

            Muchos años ya de conocernos. Hemos visto crecer a nuestros hijos, el nacimiento de los nietos, algunos ya pasan de las seis vueltas al planeta y otros estamos por llegar.

            ¿Qué les parece si nos vamos a Naples, a la playa, por allí en la calle 7 y almorzamos en Olive Garden? Y dijo otra: ¿no preferirían comer pescado?

            El tiempo no iba a estar óptimo, estaría un poco frío y además ese indeseable ejército   de muchachos que vienen al festival de los tontos llamado el ULTRA, del cual ya he escrito y también he sido atacado con furibundia y me podrán mentar a mi santa, católica y apostólica madre y eso no les quitara lo tonto.

            Mejor vamos a comer en ese restaurant donde te dejan cantar, si, para reírnos un poco y burlarnos de ti.

            ¿Qué les parece si salimos desde la casa de Bernardo en el Catamarán ese que alquilan? Y contesté: $60 dólares por persona, pero nuestras damas se morirán de frío allá afuera en la bahía, la temperatura en la mar baja al menos seis grados, de manera que no será poca cosa y ¿saben qué?, allí, contestando y buscando junto con mis otros amigos viejos o tal vez viejos amigos, sí, me di cuenta que eso es vejez, la búsqueda permanente de la excusa que se me cuadre o peor aún que les cuadre a los otros ochos viejos y viejas. ¡Qué difícil me he puesto!

            José, el italiano, pintor genovés, delante de nuestras damas dijo: “pero no vamos a ir a la playa con ellas, invitemos a unas amigas que estén bien buenas” y nadie le creyó y eso es vejez, nadie, ni siquiera su esposa lo celó y yo argüí, si, que estén bien buenas y que sean muy bandidas y además que no lleven ropa interior y pasó lo mismo, nadie me creyó y eso es  vejez.

            Nuestros hijos asumen que el sexo está proscrito, que forma parte del pasado, que somos una suerte de orden monacal, célibe y aburrida, porque ya hemos vivido y resulta que estamos en la mejor edad de la vida, haciendo, solo lo que nos plazca y todos nos llaman “señor” y nos aprovechamos y nos hacemos los mayores un poco atribulados por las dolencias que simulamos y nadie se mete con ¿ese viejo?

            Carmen Zoila, bello y novelesco nombre el de mi amiga, me busca en el banco para contarme sus inacabables inquietudes artísticas e intelectuales y hablamos de libros y literatura, de autores y silencios, del atardecer color malva.

            Todos fuimos juntos al parque Markhand, con sillas, comidas, vinos y amor, para entender que como lo dijera Lope de Vega: “de mis soledades vengo y a mis soledades voy, porque para estar conmigo, me basta mi pensamiento.

            En algún momento estaremos absolutamente solos, moriremos unos, pero los demás, solos, porque al final del día, la inevitable vejez es en realidad un pacto honesto con la soledad.

 

 

1 comment:

  1. SALUDOS, estimado amigo en esta triste y lamentable situacion vemezolana mas en crisis dia a dia y cuan real lo que escribes,,,,soledad...un abrazo y cuidate.

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