Search This Blog

Thursday, January 3, 2019

LAS VERGUENZAS BAJO LA FALDA


LAS VERGUENZAS BAJO LA FALDA

            Con el permiso de Ustedes, voy al tocador, dijo la dama ante las personas que se encontraban rededor de la mesa en el restaurant. Su acompañante, caballero gentil y de buen vestir, le preguntó si la escoltaba; y ella se negó con amabilidad, ripostando que conocía el camino, que no se preocupara.

            Esperó por su reloj tan solo tres minutos, mientras hacía que prestaba atención a las conversaciones gratas, pero es que tenía tiempo pretendiendo a la igualmente madura, soltera, inteligente y profesional mujer que ahora estaba solita en el baño. Pidió permiso y como si fuera al de caballeros, dio aquel sorpresivo empujón a la puerta donde ella se encontraba ya con sus bragas un poco movidas de su sitio. Si, ella sintió vergüenza, mucha vergüenza, pero él se encargó de disiparlas, arguyendo con una sonrisa, que si le encontraban allí, con ese traje y corbata de señorío sin reproches, simplemente se haría el borracho, pediría disculpas y se retiraría; y ella sonrió.

            Ella sonrió, porque ahora eran cómplices y la complicidad elimina las vergüenzas bajo las faldas, ahora se besaban, ahora se tocaban y descomponían sus trajes y sus modales, ahora ya podían hablar parcialmente el mismo lenguaje de las ganas, hasta que fue penetrada bajo el influjo de la lujuria y dejaron de serlo, de ser cómplices, para ser truhanes, mentirosos,  hipócritas, rastreros, simuladores de la decencia y las buenas costumbres   y yo me imagino que debe ser muy rico todo esto. Infiero que debo planificar algún golpe así como el que describo desde mi torcida mente de novelista. Un golpe real, que la sorprenda, pero debo estar seguro que ella tiene la misma pasta, que tiene las mismas ganas de ser mi cómplice sexual del baño y no puedo menos que recordar a todos aquellos pillos que se han enriquecido con esa pinta de caballeros doctos y de familias rancias y me da mucha risa, porque como lo dijera Rockefeller, detrás de toda gran fortuna siempre hay un muerto y me viene a esta mente de novelista José Vicente Rangel, por lo de la fortuna y por lo de los muertos, aunque ahora mismo él parece uno de ellos; y no puedo sacar de mi mente de novelista al General Vladimir Padrino López quien ha dejado de ser General para ser un particular, individual de las vergüenzas bajo la falda del régimen y así podría llenar páginas y páginas de esta historia de complicidades no tan secretas, hasta que el hombre le pidió salir primero del baño y llegar a la mesa para que no sospecharan, pero es que las feromonas son inocultables y ella llegó después con “ese no sé qué” de las mujeres bien folladas y siguió la fiesta en la mente de los amantes, mientras que todos los demás en la mesa, no requerían pruebas del candente encuentro que se llevó a cabo y donde se mitigaron “las vergüenzas bajo la falda”

No comments:

Post a Comment