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Monday, December 12, 2011

RESURRECCION DE LAS VICTIMAS

RESUCITANDO A LAS VÍCTIMAS

Entró a la Academia del Ejército Peruano, porque su hermano mayor falsificó su fecha de nacimiento en el pasaporte y también sus malas notas académicas, cuando era un funcionario de segunda o más bien de cuarta en la Embajada de Panamá en ese país. Llegó a esa nación militarizada y comenzaron las tropelías. Las violaciones de aquellas dos, que nunca pagó, los abusos y robos.
A la pista 3R del aeropuerto de Tocumén, llegó lo que queda, de Manuel Antonio Noriega, quien fue derrocado en Diciembre de 1989 y preso aquí en Miami durante 20 años por narcotráfico, más dos en París, por lavado del dinero del anterior delito y ahora llega a Panamá, a purgar pena por sesenta años más en una celda de doce metros, con dos ventanas.
Noriega fue temido. Se hacía llamar General, (como Saddam Hussein y también Gadafi), era populista, convirtió a su país en la llegada y distribución gubernamental de cocaína, para las américas y Europa, con nexos mejicanos y cubanos. Recuerdo una calle completa de varias cuadras, con bancos, uno tras otro y así poder lavar y hacer las transacciones sin mayor inconveniente, en fin, ese Panamá en el que viví por pocos meses, era la cuna del contrabando desde Colón.
Advierto a los delincuentes, cualesquiera sean, que la justicia internacional está funcionando, para los efectos, de crímenes de lesa Patria y también para los de lesa humanidad.
Uno de los asesinatos atroces cometidos por el régimen de Noriega, fue el del empresario opositor Hugo Spadafora, hallado decapitado. Parte de los sesenta años de prisión se le deben a este crimen ordenado por el General y esto ha resucitado no solo a él como víctima sino a los demás desconocidos, que fueron sacados del camino, como bien lo saben hacer los dictadores.
No sé porque, lo anteriormente comentado me hace recordar la explosión del Fiscal Danilo Anderson, porque creo que su memoria merece ser resucitada, como la de Spadafora, que los verdaderos culpables deben pagar sus culpas y que ellos, los asesinos no solo las paguen sino que, el País (Venezuela), entienda como Panamá, que la justicia llega, si realmente los gobernantes hacen su trabajo, que los diecinueve mil muertos con los que cerraremos como un macabro record este años 2011, no son menos a los prenombrados y que también se comete delito por negligencia y lenidad gubernamental, al hacerse de la vista gorda ante la sangrienta estadística.
El narcotráfico ha entrado a Venezuela a lavarse, a comercializarse, vía Centroamérica hacia los Estados Unidos, se supone que al menos el 41% de la cocaína del planeta pasa por la tierra de Bolívar y ante esto puedo asegurar que por menos, fue enjuiciado Noriega.
Al hermano Hussein le modificó la salud un tribunal, al otro hermano el Gadafi, su mismo pueblo, se encargó de resucitar a las víctimas. Guardemos silencio y observemos con equilibrios como tropicalizaremos, estas justicias que se ciernen cual espada de Damocles sobre las cabezas de los tiranos del siglo XXI.

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