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TU VIDA
Acabamos de editar
una obra titulada "Atrapada por las redes" de la escritora y artista plástica,
además de psicóloga entre otras cosas: May de la Vega y digo esto porque estamos
atrapados todos por las redes, incluyéndome y aunque con frecuencia me sublevo
y tiro al fondo de la inmensa cartera de mi esposa a mi malvado celular, pasan
cosas como la que cuento enseguida.
Era
domingo pasado y había visto la cautivante invitación de la Orquesta Sinfónica de
Miami que tocaría muy cerca de casa en la Grand Avenue en Coconut Grove, en
plena calle, la cual es adoquinada y llena de bares lujosos, galerías de arte y
tiendas.
A
pie fuimos a dar al sitio y ya había bastante gente, no obstante, era todo muy
amable. Ya los músicos en sus sitios, en tarimas bien arregladas en el medio de
la avenida y comenzó el evento. Sin dudarlo todos, incluyéndome, comenzamos a
grabar a Marturet, el director famoso y además venezolano. Las luces en los árboles,
las luces de navidad, le gente tomando vino, la temperatura agradable en esa
noche sin nubes y todo fluía con pasmosa rapidez hasta que me di cuenta de que
estaba haciendo lo mismo que tanto he criticado, estaba dejando de disfrutar el
evento para poder mandarlo a otras personas que, si hubiesen estado interesadas
en verlo, pues hubiesen ido y en silencio me molesté conmigo mismo. Lo apagué,
porque no podía botarlo en la basura y todo cambió para mí, porque mis
percepciones se agudizaron y comencé a oler un aroma tal vez de jazmín, no lo sé,
pero eran flores y observaba a una trombonista próxima a mi y ella a la vez observaba
a Marturet, quien batuta en mano, hacía de la noche algo mágico y sublime hasta
que un par de pendejos, quienes grababan, comenzaron a hablar y a interrumpir
la velada.
Hablaban
en español, el par de peludos, la música a veces tapaba el comentario, pero
bien sabemos que son los silencios quienes dan el ritmo y en uno de ellos, uno le
dijo al otro: "maricooooo mira…"’y allí la música les tapó cuando el director
hizo la seña correspondiente a un inmenso tambor. Hablaban a mis espaldas y no
pude evitar voltearme para mirarlos con desprecio, por maleducados y por ser
venezolanos groseros.
Nos
cruzamos la mirada y al menos creo que entendieron, porque se callaron, pero
siguieron grabando, sin entender que se perdían un evento gratuito que valdría miles
de dólares si les cobraran.
La
vida no está en Instagram, ni en Facebook o YouTube, la vida está en como la
puedas contar y para ello deberás vivirla, enfocado, disfrutando y sublevándote
contra el hábito del siglo XXI, de poner todo en las redes.
Para
darle un like a tu verdadera vida, guarda tu teléfono, respira, sonríe,
disfruta, huele o de lo contrario, estarás atrapado por las redes, como es
descrito en la bella obra de May de la Vega.
juradopublishing@yahoo.com
Totalmente de acuerdo contigo Bernardo, brindo por eso🎷🎶🎊
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