Search This Blog

Tuesday, December 3, 2019

UN BARCO VIEJO


UN BARCO VIEJO

            Salí muchas veces a navegar en él, o en ella, como se le dice a los barcos en países anglosajones, si, se les llama en femenino con toda razón pero al punto al que vamos.

            La última vez salimos del puerto de Brickell Key y fuimos a motor por los canales internos hasta Fort Lauderdale, dormimos frente a un bar y seguimos al amanecer para salir al océano, fue una buena travesía, que ya terminaré de contar, pero se nos hizo de noche frente al bar prenombrado, estábamos fondeando y yo tenía el gobierno del velero “ITA”, dimos fondo al ancla y un cabo se enredó en la propela cuando di atrás para hacer firme el ancla en el tenedero. El Capitán March, amigo y colega uruguayo, de quien ya he escrito; con toda serenidad, se metió cual pirata al asalto, la hoja de un cuchillo de pesca en la boca y se lanzó a las oscuras aguas, él sabía qué hacer, vivía a bordo, conocía sus ruidos, sus mañas, sus humores, sus olores, sus cambios de temperamento.

            Un buen día me llamó porque había comprado una joya de velero a una pareja de ancianos que lo tenían como una taza de oro y dudó en vender al ITA y yo dudé en comprárselo.

            Salimos a probarlo, nosotros, dos capitanes veleristas de vieja data y la cosa no era igual, hasta yo sabía cómo reaccionaría el ITA en una virada por redondo, como se comportaba con algunos rizos en su vela mayor, y allí me di cuenta que le entendía, que también podía escucharla, que el viejo o la vieja ITA me hablaba y yo le entendía, que era más lento, pero nunca en la mar se debe estar apurado, que el navegar es un arte y el arte con prisa queda mal. Por el contrario, el nuevo y lujoso es rápido, versátil, adaptado tecnológicamente, todo funciona, todo en su sitio y me hacía falta el marinero desorden del viejo barco, esas jarcias adujadas a mano, la arriada de la mayor que era apoteósica, ese pesado andamiaje antiguo, bucanero, ¡qué bueno es un barco viejo cuando se le conoce!, creo que hacemos una suerte de pacto tácito, secreto, un pacto de ayuda mutua, de auxilio dúplex, que nos da seguridad.

            He estado en mi vida en muchos barcos, potentes agresivos, buques de guerra, hasta llegué a pasar nueve años de mi vida en uno solo durante mi carrera naval y nos mimetizamos entre sus mamparos, le conocemos sus trucos, que son muchos y aprendemos a amarlos al sentirnos queridos y arrullados por ellos.

            Por los momentos el Capitán Walter Federico March, ha hecho un buen negocio, tiene una buena casa que flota y con la que aún se encuentra haciendo el pacto de amor, aun la está enamorando para que le cuide y más pronto que tarde será un barco viejo, como los amores duraderos.

            Yo se bien lo que es pactar con un barco, sobre todo con un velero como el viejo ITA.

           

No comments:

Post a Comment