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Monday, April 8, 2019

LA CASA DE LOS TESOROS


LA CASA DE LOS TESOROS

            Cuando llegué a la ciudad, pasé hacia el patio donde forma la Guardia Suiza y me hicieron pasar a esa puerta incógnita, nada llamativa, frente al muro. Era de color marrón en aquella época e infiero que continúa igual.

            Al entrar un olor a antiguo, sí, porque no olía a moho ni a viejo, era un olor antiguo, lleno de sabiduría y pude ver muchos documentos bajo unas rejas plateadas, cuidadosamente apilados de acuerdo al año de emisión y correspondían a los del Papa Santo Súbito, Juan Pablo Segundo, que solo podrán ser manoseados y revisados en el 2075 de acuerdo al derecho canónigo.

            Inmediatamente me acordé de la Diosa Etrusca Vática, la diosa de los muertos, porque toda la colina del Vaticano era un cementerio. Podría pasar allí meses o años sin salir, solo viendo en silencio, solo tocando lo que no me permiten, solo pensando, enclaustrado, entregado, pero ya, debía despertar y pedí ser llevado a la primera basílica, la de Constantino del siglo IV y el cura joven que me acompañaba, me temo que no lo sabía y luego de ello pedí ser llevado  a la capilla Clementina, la más sagrada, la más santa. ¿Capilla Clementina me dijo?

            Si, la más sagrada, la que queda a nueve metros bajo tierra y bajo el altar de la Sixtina.

            -Pero allí no podemos entrar sin autorización papal, me dijo sorprendido.

            -Pues, yo ya he estado allí muchas veces, le contesté; y exijo que me lleve.

            El cura joven por primera vez me dijo: Padre, yo no puedo hacerlo, pero por favor cuénteme ¿qué hay allí que llama su interés?

            -Joven, le dije de mala manera: debería Usted estudiar un poco más. Allí, entrando por pasillos estrechos todavía en piedra original, yacen las tumbas, muchas aun no exploradas, pero hay una en particular que reza hecho con lo que infiero un cincel un poco maltrecho y burdo: “Petrus Ani” que traduce al español: “Pedro está aquí”.

            -¿Lo sabía?

            -No Padre, no lo sabía.

            -¿Y porque me llama Usted Padre?

-¿Acaso visto de sotana?

-¿Acaso con esta cara de pecador, le parezco pio y santo?

            Y en ese momento, cuando llamaba airadamente la atención del cura joven, anoche en la madrugada, me desperté de mi sueño.

            En el Vaticano hay muchos tesoros, como los documentos de la humanidad toda, pero esa no es la casa de ellos. La verdadera es la mente, el poder de las mentes de mil millones de católicos cuando oran a la vez y que logran modificar lo allí depositado en documentos.

            La casa de los tesoros está en el subconsciente, por aquello que también llegó a decir Sócrates: “En lo que piensas te conviertes”

            Oren venezolanos, oren en el sentido correcto, no de súplica sino de protección como bien pasó en la Batalla de Lepanto, cuando inexplicablemente en una relación de al menos uno a tres, los cristianos ganaron e hicieron huir a los infieles.

            La oración tiene un poder pero solo si se le sabe invocar. Esa es la verdadera casa de los tesoros.





Bernardo Jurado es el autor de DIVINOS, LUEGO HUMANOS, a la venta en Amazon y las mas prestigiosas librerías de Miami.
 

 

 

 

3 comments:

  1. Hace algunos años acosado por mis demonios internos, me había olvidado del inmenso poder de la oración. Vivía muerto en vida y lleno de rencor contra mi mismo y contra mis semejantes. Lo que había calificado como una injusticia, me sacó de mis cabales dispuesto a practicar con saña el "ojo por ojo y diente por diente". Transite por la oscuridad lleno de rencor hasta que un día, de forma casual, desde mi elegante y envidiable Mustang fastback color rojo, divise a un pordiosero agachado contra un muro proyectaba la imagen más real de la indefensión y la pobreza. Paré el coche y me quedé observandolo, sacó de una bolsa mugrienta un pedazo de pan, se persigno con la señal de la cruz y comenzó a comer. Y de repente alzó la vista y al verme, me ofreció el pan que estaba comiendo. El impacto fue tan grande que comencé a llorar y sin saber por qué sentí el irrefrenable deseo de orar. Me fui a la Iglesia de La Tahona y estuve allí dos horas agradeciendole a Dios haberme mostrado el camino de mi redención espiritual. Desde entonces me siento fortalecido con la oración

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  2. Mi estimado Capitán de Navío, usted con la habilidad y la elegancia que lo caracteriza en el uso de la pluma (en esta era moderna debería agregar “uso del teclado”), nos lleva casi de la mano por un sueño en donde nos pasea por las grutas y por La Necrópolis de nuestra Santa Sede El Vaticano. Y nos hace este paseo para invitarnos a una acción de sublime importancia… ORAR. Es así, ahora más que nunca nos debemos de unir en oración para vencer las traiciones que le desaliento, el desánimo y la desesperanza puedan generar en nuestros corazones. En tal sentido me sumo a usted en el llamado para pedir a todos los venezolanos de bien (que somos mayoría) para elevar una oración a nuestro Dios Padre para que nos alimente con FE, VALOR y ESPERANZA y así poder continuar navegando el tormentoso océano que aún tenemos por delante.

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  3. Mi estimado Capitán de Navío, usted con la habilidad y la elegancia que lo caracteriza en el uso de la pluma (en esta era moderna debería agregar “uso del teclado”), nos lleva casi de la mano por un sueño en donde nos pasea por las grutas y por La Necrópolis de nuestra Santa Sede El Vaticano. Y nos hace este paseo para invitarnos a una acción de sublime importancia… ORAR. Es así, ahora más que nunca nos debemos de unir en oración para vencer las traiciones que le desaliento, el desánimo y la desesperanza puedan generar en nuestros corazones. En tal sentido me sumo a usted en el llamado para pedir a todos los venezolanos de bien (que somos mayoría) para elevar una oración a nuestro Dios Padre para que nos alimente con FE, VALOR y ESPERANZA y así poder continuar navegando el tormentoso océano que aún tenemos por delante.

    Gabriel Avilés

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